Para el analista político y ex viceministro del Interior, Carlos Basombrío, la población peruana considera que el problema de falta de seguridad ciudadana empeoró durante el año 2008, hecho que se ha visto reforzado por la aparición de nuevas modalidades de robo como los llamados “marcas” en la capital de la república y por las pandillas juveniles que protagonizan hechos de violencia.
Del mismo modo, sostuvo en diálogo con INFOREGIÓN que existe preocupación por el impacto en la seguridad del tráfico y la comercialización de drogas.
“Estamos ante un panorama de deterioro, todavía no tenemos los niveles de inseguridad de algunos otros países pero creo que las autoridades deben estar más alerta de lo que ocurre”, enfatizó.
Al respecto, recordó que el narcotráfico tiene una serie de efectos perniciosos para los lugares en que este opera como la violencia de una actividad ilegal que maneja muchos recursos a veces generados por la competencia de grupos que se disputan mercados, o la venta de drogas en las ciudades que trae problemas de micro comercialización.
Policía necesita reformas más amplias
Basombrío consideró más adelante que las discusiones sobre reformas policiales que se vienen desarrollando solo contemplan cambios administrativos, cuando lo que se requiere es una renovación que empiece por la lucha contra la corrupción y la profesionalización de los elementos policiales.
“Se requiere renovar y reformar la Policía, y eso tiene grandes desafíos que empiezan por la lucha anticorrupción, que pasan por la profesionalización, la depuración de los malos elementos y las políticas de prevención.
Son desafíos bastante más amplios que los que se están tratando de abordar ahora y que creo están condenados al mismo resultado que hemos tenido antes”, reflexionó.
Estrategias diferentes en zonas de narcotráfico
En otro momento, el especialista dijo que en zonas donde operan el narcotráfico, como el Alto Huallaga o el valle de los ríos Apurímac y Ene, VRAE, las fuerzas del orden deben aplicar estrategias diferentes a las del resto del país.
“La situación en esas zonas es más difícil porque coexisten los problemas de terrorismo con los de la producción de coca y narcotráfico, y la corrupción que todo ello trae.
Evidentemente son zonas que requieren de políticas especiales de atención y estrategias policiales diferentes a las que ocurren en las ciudades menos involucradas en el problema.
Se requiere una mucho mayor especialización de la policía antidrogas como política principal de seguridad”, recomendó.