La nueva Ley 29316, no era un requisito establecido para la implementación del Tratado de Libre Comercio, TLC, con EEUU, sin embargo, de manera imprevista, fue aprobada en el Congreso, pese a que sus impactos en el tema de transgénicos, acceso a los recursos genéticos y conocimientos tradicionales del Perú, perjudican terriblemente nuestra biodiversidad.
Así lo sostuvo en el programa Diálogo Ambiental de INFOREGION, la codirectora del Programa de Asuntos Internacionales y Biodiversidad de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental, SPDA, Isabel Lapeña, al detallar el análisis que al respecto, ha realizado esta institución.
Lapeña precisó que el informe refiere que esta ley es un retroceso en todo lo que se refiere al acceso, por parte de las empresas extranjeras, a los productos genéticos de origen peruano y a la protección de los conocimientos tradicionales. También implica asegurar un mercado para estas compañías trasnacionales.
Como es conocido, los transgénicos implican determinadas cuestiones y consideraciones tanto de carácter ambiental como socioeconómico.
Las de carácter ambiental y relacionadas con la salud, implican que pueden tener determinados impactos sobre el medio ambiente por la contaminación genética y también se han evaluado sus posibles impactos a la salud en el tema de alergias y toxicidad.
En el aspecto socioeconómico, que es en el que se centra el informe de la SPDA, el tema de transgénicos va aparejado por los derechos de patentes que se suelen otorgar a las compañías trasnacionales que son propietarias de estos transgénicos, son derechos de propiedad intelectual, como añadir propiedad privada sobre elementos de la naturaleza.
«Las consecuencias de esto van fundamentalmente en perjuicio de los derechos del agricultor de guardar e intercambiar semillas, es decir a una compañía se le otorgan derechos de patente sobre una semilla y si esta semilla contamina la planta del vecino, puede la compañía llegar a ser propietaria de la planta del vecino porque se ha incorporado su innovación», dijo Lapeña.
Como ejemplo, la experta citó el caso del maíz morado, en la que se determinada compañía detecta y evalúa cuál es la composición del maíz, sus cualidades, su código genético y detecta que en un gen determinado está el color morado, lo patenta y ya lo puede incorporar al soya, al camu camu, a la col o lechuga, entonces, la compañía puede patentar la cualidad de ser morado, y todo producto que tenga esta cualidad sería propiedad de ella.
«(A la compañía) se le otorga la propiedad del gen, independientemente del ser vivo en el que este se incorpore, voluntaria o involuntariamente. Esto plantea un problema porque si mañana aquí se planta maíz transgénico y contamina el maíz andino o criollo del agricultor vecino, la compañía puede demandar a ese pequeño agricultor porque está utilizando su innovación sin su consentimiento, y puede llevarlo a los tribunales», refirió.
Asimismo, la representante de la SPDA agregó que este mismo agricultor se vería impedido de guardar semillas de su cosecha para cultivar la cosecha siguiente, y tendría que comprar la semilla de la empresa, por ello, además de ser un problema ambiental por contaminación genética, es también un problema socioeconómico, teniendo en cuenta que los pequeños agricultores son mayoría en nuestro país.
En contra de nosotros mismos
El Perú llevaba una larga historia diplomática y de defensa en los foros internacionales para impulsar que se accediera a los recursos genéticos de los países que son megadiversos y también a los conocimientos tradicionales, implicando una distribución justa y equitativa de beneficios, sin embargo, se ha dado un paso atrás con esta nueva ley, que dice implementar el TLC pero que no es necesaria, y que ha sido añadida a última hora y sin ninguna consulta ni participación pública y con el desconocimiento de la mayoría de la sociedad civil.
«Antes esto no se podía hacer porque la legislación andina no permitía el patentar el aislamiento de un gen, pues se entendía que eso no era una invención sino un descubrimiento de la naturaleza, pero esta nueva ley dice que ahora sí se va a poder patentar el aislamiento de un gen, así se le asegura el mercado a las compañías de transgénicos porque compañías como Monsanto no iban a entrar en el mercado peruano si no se les aseguraba que iban a cobrar por el uso de su innovación y lo iban a hacer a través del uso del gen, en perjuicio del agricultor peruano», enfatizó la experta.
Agregó que paralelamente se está fomentando la biopiratería, de tal manera que cualquier compañía puede venir al Perú y solicitar una patente sobre un recurso genético que es de origen peruano en el que se han utilizado conocimientos tradicionales de las comunidades indígenas de la amazonía, lo lleva a su laboratorio, añade mayor invención y termina convirtiéndolo en otro productos sin revertir y sin distribuir ningún tipo de beneficio para el Estado peruano ni para las comunidades.
Isabel Lapeña manifestó que estas nuevas leyes de propiedad intelectual han debilitado muchísimo los sistemas de protección en relación a los accesotes de los recursos genéticos de origen peruano y la protección de los conocimientos tradicionales.
«Estas empresas van a expandirse y crear un mercado de una manera muy agresiva mediante la compra y venta de empresas semilleras peruanas; firmas de contratos estrictos que obligan al campesino a utilizar la semilla por un determinado precio, a usar herbicidas que ellas mismas venden, les van a prohibir que usen la semilla para la siguiente cosecha, no van a intercambiar cosecha, son semillas de un solo uso que el agricultor va tener que comprar cada año», dijo.
Recomendación
Finalmente, la experta de la SPDA, reconoció que esta legislación, como está relacionada al TLC con Estados Unidos, no puede ser modificada por ningún otro gobierno, por lo que nada de puede hacer para impedir que las trasnacionales lleguen el país, sin embargo, dio algunas recomendaciones a los agricultores peruanos, para disminuir los efectos de semejante acción.
«Los agricultores deben asegurar sus semillas, pidan a las autoridades públicas que se mejoren la semillas y que se fortalezcan los sistemas de semillas de los campesinos, es la única forma de mantenerse en el mercado, cuidando bien de no dejar contaminar sus plantas con transgénicos. Fortaleciendo los sistemas de intercambios que tienen los campesinos de su propia semilla, eso es lo que nos ha llevado a tener tres mil variedades de papa y no solo una», puntualizó.