Cada año, aproximadamente, unas 275 millones de personas en el mundo consumen drogas ilícitas. Estas traen enormes consecuencias para la salud y la sociedad en su conjunto. No obstante, no solo los seres humanos se ven afectados por el comercio de estas sustancias.
Las drogas pueden matar, es la fase que inicia el prefacio del informe Word Drug Report 2022, realizado por las Naciones Unidas. Por primera vez, esta entidad alerta sobre el impacto de las drogas ilícitas en el medio ambiente. A pesar de no ser tan significativo a nivel global, los efectos negativos de las drogas impactan de modo local, comunitario e individualmente en la sociedad.
Una de las drogas más producidas es la cocaína, la cual se extrae de la hoja de coca. Se sabe que alrededor de unas 234 200 hectáreas de esta planta es cultivada en diversos países de Sudamérica, especialmente en los que tienen territorios en la Amazonía.
A menudo, en países como Bolivia, Colombia y el Perú, el cultivo de hoja de coca se desarrolla en ecosistemas frágiles y bosques vírgenes, incluso en parques naturales. Esto provoca la deforestación y la pérdida de hábitats en los que se cobijan diferentes especies de flora y fauna. Además, el transporte de la cocaína también contribuye a la contaminación del ecosistema.
El costo del narcotráfico
Las hojas de coca se procesan primero en pasta de coca y luego en clorhidrato de cocaína en pequeños laboratorios locales. Los ingresos generados por el comercio ilícito que comentamos hacen que la destrucción del medio ambiente adquiera proporciones a mayor escala.
En el 2019, se estima que en Colombia se produjeron 1137 toneladas de cocaína. Esto se tradujo en 490 000 000 litros de productos químicos líquidos y 94 000 toneladas de sustancias químicas solidas en el medio ambiente. Además, los pesticidas usados para el comercio ilícito de hoja de coca deterioran los ríos y suelos.
Aunque Colombia ha sido uno de los países que ha disminuido la superficie de cultivos de hoja de coca, las zonas de reserva forestal y los parques nacionales naturales de este país concentraban el 24% del cultivo de esta planta.
En cuanto al Perú, aumentaron los cultivos ilegales de hoja de coca lo que trae como consecuencia el aumento de la tala indiscriminada de bosques. Esto coloca en peligro a especies que habitan la zona y a las personas que viven allí. Además, defensores y defensoras ambientales se encuentran en estado de vulnerabilidad por las constantes amenazas que reciben por parte de quienes ejercen comercios ilegales como el narcotráfico.
Por otro lado, las drogas sintéticas ilícitas como las anfetaminas también contribuyen a la degradación del medio ambiente. Un kilo de esta genera unos 30 kilos de tóxicos desperdiciados en ríos.
Debido a estas consecuencias críticas al medioambiente, las Naciones Unidas advierten que debate internacional sobre políticas de drogas debe estar conectado con los problemas ambientales y la economía de las drogas ilícitas, pues existe un fuerte relación entre ambas consideraciones. Sino se toman medidas, el comercio ilícito de drogas seguirá creciendo a costa de la destrucción de los ecosistemas.
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