El café peruano es uno de los más famosos del mundo por su olor y color, su aroma y sabor. Es una semilla históricamente traída en la época de la conquista al continente americano. Los climas y suelos que poseemos, así como el trabajo agrícola, lo convirtieron en un producto bandera en nuestro país que llena de orgullo a miles de peruanas y peruanos. Esto ha dado como resultado que celebremos hoy al Día del Café Peruano.
Según cifras del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), nuestro país posee 425 416 hectáreas dedicadas al cultivo del café. Esto representa el 6% del área agrícola nacional. Su cultivo comprende unas 17 regiones, 67 provincias y 338 distritos del país. Sin embargo, tómese un segundo para preguntarse quiénes son las personas que están detrás de este valorado producto, ¿acaso son todos y todas reconocidas como se merecen? Veamos.
Agricultoras con A
Busque en su navegador web esta frase: «Agricultoras de café en el Perú». De forma automática, el buscador corregirá esa afirmación por la siguiente: «Agricultores de café en el Perú». Aunque parezca una exageración sin mayor trasfondo, lo cierto es que detrás del cambio de una sola letra se esconde la invisibilización de las mujeres cafetaleras, quienes trabajan la tierra al igual que sus hijos o esposos, pero no son remuneradas por ello.
Se sabe que existen 23 482 familias de pequeños productores que están involucradas con la producción de este producto de bandera. Son dos millones de peruanos y peruanas que dependen de esta actividad. En nuestro país, como en otras partes de Sudamérica, las mujeres también participan en esta actividad al igual que los varones; no obstante, ellas han experimentado sus derechos vulnerados por mucho tiempo.
Es por ello que nos contactamos con iniciativas que buscan cambiar esta realidad que impide el correcto desarrollo de las cafetaleras. Una de ellas pertenece a Carolina Peralta (26). Es originaria del Cusco y es fundadora de Florencia y Fortunata, una cafetería feminista, lo que significa que las principales cadenas de producción que abastecen su local son lideradas por agricultoras.
Este establecimiento fue abierto al público en abril del 2021 y parte del desconocimiento de una realidad desafortunada. «Empecé a viajar y buscar mujeres productoras de café, [pero en el camino], me di cuenta que el mundo del café es más de hombres que de mujeres. Ellos tienen más acceso al mercado», nos comenta Carolina.
Quizás más de una persona podría pensar que se trata de un tema biológico, pero esto es un problema estructural que se incrementa si te encuentras en la zona andina del país. Por ejemplo, aunque no sea muy comentado, el sector agrario del Altiplano tiene los roles de género muy marcados. Las mujeres aunque trabajen las tierras de siembra de café, no son retribuidas por su labor. «La mujer es el hogar, cuidado de hijos y animales. El hombre a la chacra; y aunque la mujer participe no se le retribuye. El machismo en las zonas altoandinas es mucho más fuerte«, comenta Carolina.
«El machismo en las zonas altoandinas es mucho más fuerte»
Esta realidad tan presente en esta zona de nuestro país hace que la labor de concientización sobre estas dinámicas de violencia sean muchas veces neutralizadas, ya que estas mujeres viven en un hogar que las invisibiliza. Este aspecto hace que la realidad en la que viven sea más difícil de cambiar.
Otro emprendimiento que hallamos lo impulsa Diana Rojas, representante de la marca Café Femenino. Este proyecto también busca visibilizar el trabajo de las agricultoras. Ella detalla cómo es que los aspectos que limitan a las mujeres del campo no solo se dan en sociedad, sino que parten desde su mismo círculo familiar. «La mujer caficultora lucha contra el machismo, la violencia y la discriminación dentro de su propio hogar, ya sea por el esposo o por su propia familia», advierte.
En regiones como Lambayeque, Cajamarca y Amazonas, Café Femenino ha logrado que las productoras sean visibilizadas como activos capaces de sembrar el café. Sin embargo, aún hay mucho por hacer. «La mujer trabaja la jornada en el campo como los hijos o el esposo, pero no es remunerado. Estos hombres disponen del dinero y la mayoría de las ganancias no es para la mejora del hogar. Por la marginación de la mujer en el campo nace esta iniciativa. El machismo es más crudo en los Andes«, lamenta Diana.
Según el INEI, Amazonas es la región que mayor violencia doméstica y sexual registraba hacia las mujeres entre los años 2012-2019, seguido de regiones como Áncash, Cajamarca, Callao y Cusco. Por ello es más que necesario brindar herramientas legales no solo a las cafetaleras, sino a las mujeres agricultoras en general, para que conozcan cómo denunciar los hechos de agresión en el hogar. No obstante, muchas veces el miedo y el desconocimientos les impide acudir a la policía o hacia alguna comisaría. A ello se agrega que muchas veces no son escuchadas por las autoridades.
«El lenguaje construye»
Carolina trabaja con 12 familias de productores y productoras. Algunas de estas cooperativas son conducidas por mujeres. Tal es el caso de Victoria Gamarra, quien lidera la finca de San Francisco, en Jaén. «En la cadena de proveedores priorizamos a las mujeres. En la cafetería vendemos postres y también café. Por ejemplo, las chocolateras también son desvaloradas por los estigmas del rol de género; por ello, tratamos de valorizarlas comprado su producto», refiere Carolina.
Dentro de la cafetería, un comensal puede encontrar los cafés con el nombre de Zenobia Yupanqui, de Sonia Solorzano, de Consuelo Rubio o de Dyana Mellado, entre otras. «Las mujeres al ver su (propio) nombre se emocionan. Incluso a muchas de ellas les confunden el nombre. A una de las productoras llamada Dyana, todos le decían Daiana; y lo que pasa con los nombres en el campo es que ellas tienen miedo de corregirte si las llamas mal«, revela Carolina.
Algunos detractores argumentan en contra de estas iniciativas desde el desconocimiento. «Nos dicen por qué tengo que creer que el café de mujeres es mejor que el de hombres; pero no se trata de eso, se trata de generar un mercado igual de oportunidades. El lenguaje construye, debemos hablar de productores y productoras, de tostadores y tostadoras, eso es todo lo que debemos hacer», finaliza Carolina.
En el Día del Café Peruano, es importante no solo felicitar a quienes trabajan con este producto, sino considerar las dificultades que aún observamos en este rubro. El cierre de las brechas de género es necesario para darle espacios de oportunidades en igualdad de condiciones a las mujeres que viven de este rubro. Por ello, también deseamos un feliz día a las cafetaleras del Perú, todas y todos los peruanos deberíamos conocer sus nombres.