Extraña actitud de rechazo de Radio Cutivalú a publicidad del Gobierno

La actitud de rechazo de una publicidad del Gobierno, expresada por Radio Cutivalú, fue considerada como muy extraña por el doctor Miguel Godos, director de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Piura, teniendo en cuenta que dicho medio de prensa se debate en una gran crisis económica precisamente por la falta de anunciantes.


 


Fue en relación a la denuncia del primer ministro Jorge Del Castillo, quien señaló como poco democrática la actitud de los directivos de la radio, de conocida posición antiminera, al rechazar un aviso pagado del Ministerio de Energía y Minas sobre lo ilegal de la consulta popular de este domingo 16.


 


El catedrático recordó que en los últimos tiempos la emisora ha sufrido una preocupante caída en su publicidad, debido al veto que impuso a sus propios publicistas, a quienes prohibió acordar avisaje sobre cierto tipo de productos, como cervezas y anticonceptivos.


 


Esta actitud no encaja en estos tiempos modernos, y atenta contra la propia supervivencia de la empresa en un ambiente tan competitivo como es la comunicación social. A menos que se cuente con un financiamiento especial.


 


Comuneros desinformados


Godos también lamentó las pocas oportunidades de acceso a la información que tienen los comuneros de las más alejadas regiones, donde sólo se escuchan algunas radios, no hay señal de televisión, y muy pocos pueden leer un periódico debido a los altos índices de analfabetismo.


 


Esta carencia de noticias y explicaciones sobre lo bueno y lo malo de la actividad minera no permite que los convocados a la consulta puedan tener una visión clara, y generarse una opinión propia respecto a la conveniencia de permitir o rechazar la explotación de los recursos mineros en la zona, expresó el docente universitario.


 


No solo eso, también hubo una crítica a la estrategia de comunicación de la propia empresa minera. Desde el punto de vista del analista, la compañía debilitó su propio trabajo y generó un alto nivel de desconfianza en sus decisiones, al efectuar cambios casi constantes entre el personal encargado de mantener el diálogo con las comunidades.