Y el plan contra el narcotráfico, ¿dónde está?

Estrategia. A veintiún días de haberse instalado el nuevo Gobierno, es necesario advertir que no se ha definido nada respecto a uno de los principales problemas del país: el narcotráfico, que no solo destruye la salud y la tranquilidad de nuestra sociedad, sino que es el primer corruptor en el Perú, ya que acá lava alrededor de US$ 2,000 millones de los más de US$ 22,000 millones que amasa por comercializar la cocaína producida en nuestra Amazonía.

Más allá de 16 palabras en la llamada Hoja de Ruta («Lucha frontal contra el narcotráfico, tráfico de insumos químicos, lavado de dinero y producción de drogas»), y la promesa del presidente Ollanta Humala ante el Congreso el 28 de julio («No legalizaremos los cultivos ilícitos (de coca)… Los vamos a combatir»), nada más se ha dicho sobre el tema.

Entonces, si no se ha anunciado una estrategia para reducir cultivos y reprimir al narcotráfico, es preocupante la suspensión de la erradicación en el Alto Huallaga (Proyecto Corah). Surge ahora la interrogante de cómo retomar esta labor, pues los productores aprovecharán la inacción para fortificar y ocultar sus terrenos, y el narcotráfico para acopiar con libertad la mayor cantidad posible de coca. Además, ni siquiera se ha comunicado la suspensión a Estados Unidos, que es la principal fuente de financiamiento del proyecto.

Es cierto que ningún Gobierno ha actuado de manera eficiente contra el problema, que ha derivado en convertir al Perú en el primer productor mundial de coca, pero ese no es motivo para justificar la paralización en el Alto Huallaga, donde el Estado solo puede comprar menos del 1% de las 2,200 toneladas de coca producidas.

Ricardo Soberón, el nuevo jefe de Devida, ha dicho que se ha dictado la suspensión para evaluar lo hecho, cuando bien se pudo hacer eso sin detener el trabajo. A lo mejor, Soberón intentará ahora, como lo propuso antes, estrategias discutibles, como dejar de lado la represión y dar paso a planes como fabricar harina de coca, que tanto defendieron las congresistas cocaleras Elsa Malpartida y Nancy Obregón, a la sazón, sus asesoradas.

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