AMAZONÍA. Desde el 12 de junio de este año, los Wampís, quienes son la primera línea de defensa frente a actividades ilícitas, se han autodeclarado en estado de emergencia debido a la presencia de madereros ilegales en su territorio. Cuando se inició la pandemia, los líderes de esta comunidad nativa ya alertaban sobre el peligro de la tala ilegal en su territorio; sin embargo, hasta la fecha siguen desprotegidos.
A través de diversos comunicados, los Wampís han levantado su voz de protesta para ser escuchados, pero sus demandas parecen no tener eco en los diferentes sectores públicos del país. Recordemos que durante la pandemia, las actividades ilegales se incrementaron en la mayoría de regiones del país. Debido a que el Gobierno central estaba enfocado en atender la emergencia sanitaria, la defensa del medioambiente quedó relegada y hasta olvidada.
La otra cara de la pandemia
El territorio de los Wampís se encuentra en las regiones Amazonas y Loreto. Está conformada por los valles de los ríos Kanús (Santiago) y Kankaim (Morona), donde viven alrededor de unas 16 mil personas. Históricamente, esta nación ha convivido de forma armoniosa y espiritual con la naturaleza; sin embargo, actualmente se encuentra en una situación de vulnerabilidad que se inició hace dos años y aún no encuentra solución.
En diciembre del 2020, tres dirigentes Wampís, un abogado awajún y 15 jóvenes integrantes de la escuela de liderazgo indígena Sharian, fueron retenidos en su embarcación en Puerto Minas (Tiwintza) por madereros ilegales del Ecuador. Unos 50 hombres rodearon el bote y empezaron a amenazarlos y a reclamarles por cuatro cargamentos de madera que estaban retenidos en una comunidad Wampis.
“Intentamos regresar, pero ellos ya tenían amarrada nuestra embarcación. Eran muchos y se nos hacía imposible lidiar con todos. Estaban dispuestos a agredirnos si pretendíamos arrancar de nuevo el bote”, relata el abogado awajún Gil Inoach para Mongabay.
El incremento de los mineros ilegales ecuatorianos se fue acelerando en los primeros meses de la pandemia. Después de ello, la ausencia del Estado se hizo notar. La enorme cantidad de madera que los ecuatorianos extraían hizo que inicien el negocio informal, el cual fue rechazado por los líderes de las comunidades indígenas, quienes demandaban la formalización de la tala.
Los Wampís conocen la ruta madedera ilegal. Distintas balsas de madera recorren, día y noche, el río Santiago rumbo a Ecuador. Esto ha sido motivo de conflictos entre los miembros de la comunidad. Mientras que algunos desean continuar con la actividad ilícita por su alta rentabilidad de la mano de los ecuatorianos, otros desean que este comercio se formalice. Pues la mayoría de comuneros está en contra de la tala ilegal.
La presencia de las actividades ilícitas en la zona agrava el contrabando masivo de combustible procedente del Ecuador y tráfico de drogas. Asimismo, se observa el ingreso de productos alimenticios y bebidas sin control sanitario que atenta y afecta directamente la salud integral de las naciones originarias Wampís y Awajún de las dos cuencas de Kanús y Kankaim. A ello se agrega la presencia del delito de trata de personas.
La deforestación también es otro de los problemas, pues la tala indiscriminada de bosques da como consecuencia la desaparición de los mismos. Los Wampís están enfrentándose a la ilegalidad sin ninguna ayuda del Estado. Ellos buscan que las organizaciones y otras comunidades se involucren en frenar las actividad ilícitas.
Además, los Wampís están dispuestos a restablecer la armonía y convivencia pacífica en su territorio a como dé lugar. Mientras tanto, el conflicto sigue escalando en sus tierras y no hay respuesta de las autoridades.