El año 2009 se cierra con resultados completamente distintos en las dos zonas donde subsisten remanentes terroristas. En el Alto Huallaga, que está a cargo de la Policía Nacional, han seguido cayendo mandos y militantes senderistas, y la huestes de Artemio no han podido realizar ningún atentado contra las fuerzas del orden.
En el VRAE, zona bajo control de las Fuerzas Armadas, han continuado los desastres que se iniciaron el año pasado. Dos de ellos fueron los más significativos. En el Viscatán, Ayacucho, los terroristas emboscaron y asesinaron a 15 militares. Y en Huancavelica tendieron una trampa y derribaron un helicóptero de la Fuerza Aérea, matando a sus ocupantes.
Dos caminos diferentes. En el Alto Huallaga, los senderistas están en su punto más bajo en los últimos veinte años. El cabecilla Artemio podría ser capturado en cualquier momento y los restos de Sendero se dispersarían en varias bandas delincuenciales.
En el VRAE, gracias a las victorias logradas a costa de la Fuerzas Armadas, los senderistas han recobrado fuerzas como no se veía desde hace muchos años. Su arsenal se ha incrementado aproximadamente en 40%, gracias a las armas robadas a los militares, su moral está muy alta debido a las constantes victorias y, por esas razones, están atrayendo a nuevos miembros, cosa que no ocurría desde tiempo atrás.
Por su parte, los militares están desorientados, no saben que hacer. Como se niegan a admitir sus errores, no han modificado radicalmente la estrategia, aunque lo han empezado a hacer subrepticiamente, retrayendo algunas de las inútiles bases que montaron y suspendiendo los patrullajes.
De esta manera, son menos vulnerables a los ataques y emboscadas. Pero están completamente a la defensiva. Sendero se mueve a sus anchas en el ámbito de “su” territorio.
Los militares han apostado mucho a las capacidades del general Yisrael Ziv, un militar israelí retirado que, con una docena de colaboradores, está tratando de mejorar las capacidades de mando y control y de inteligencia de las Fuerzas Armadas.
Estrategias. Para justificar sus derrotas y sus errores, los militares y sus defensores dicen que la situación del VRAE es diferente a la del Alto Huallaga. Que el VRAE es un territorio más escabroso y que los senderistas son más y mejor armados.
Las diferencias son ciertas. El VRAE es una zona mucho más agreste y es verdad que los terroristas aquí tienen columnas más numerosas. Pero las diferencias en cuanto a número y armamento no eran tan notorias cuando comenzaron las operaciones en ambas cuencas.
Lo que ha ocurrido es que en el Alto Huallaga los senderistas han disminuido tanto en número como en potencia de fuego, y su moral está por los suelos. Y en el VRAE ha ocurrido lo contrario. Y eso es efecto de dos estrategias diferentes.
En el Alto Huallaga, la Policía Nacional al mando del general Luis Valencia Hirano, un policía experimentado en el combate al terrorismo (estuvo en el GEIN que capturó a Abimael Guzmán en setiembre de 1992), ha usado la inteligencia para detectar y capturar o abatir a los mandos senderistas, a pesar de las restricciones en cuanto a recursos se refiere.
En el VRAE los militares han repetido los errores que se han cometido a lo largo de los años en esa zona y, a pesar de contar con cientos de millones de soles adicionales a su presupuesto, solo han acumulado fracasos.
La estrategia de ocupar el Viscatán con bases militares, ha sido un desastre monumental, como era previsible. A pesar de lo cual, los mandos de las FF.AA. se niegan a reconocer sus errores.
Es de esperar que el 2010 nuevos mandos asuman la conducción de las FF.AA. y rectifiquen su equivocada estrategia, de tal manera que se pueda revertir la situación del VRAE.
Y que, por el contrario, se mantenga el comando en el Alto Huallaga y se le dote de los recursos necesarios, para que acaben de una vez por todas con los remanentes terroristas en esa región.
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