VRAE, cambios con resultados

El último grupo del senderismo armado habría sufrido un golpe demoledor, si se confirma que “Alipio” y “Gabriel” fueron abatidos el domingo pasado. El primero era el más importante mando militar y el segundo comandaba la columna de La Convención, que infligió una durísima derrota a las fuerzas del orden en 2012, en la llamada “Operación Libertad”.

De hecho, después de esos lamentables sucesos, se produjo un cambio muy importante en la estrategia para combatir al terrorismo en el VRAE.

OCUPAR CON BASES
Desde 2006 en que las Fuerzas Armadas se hicieron cargo del VRAE y, especialmente desde 2008 cuando desarrollaron una operación paradójicamente denominada “Excelencia”, las cosas fueron de mal en peor.

Las FFAA diseñaron una estrategia que consistía en tratar de ocupar el territorio con bases militares para ir cercando y aniquilando a las huestes senderistas. Desde las bases salían patrullas a buscar terroristas. Casi nunca los encontraban, salvo cuando eran emboscadas. La estrategia era completamente equivocada, como se demostró a costa de la pérdida de muchas vidas y armamento que fue a parar a manos de los terroristas.

Es imposible controlar un territorio tan amplio y agreste como el del VRAE. La alternativa era aplicar una estrategia que se había comprobado exitosa en el Alto Huallaga. Allí la Policía con inteligencia y golpes de mano acabó entre 2006 y 2012 con la banda terrorista de “Artemio”.

El problema era que los políticos no se atrevían a criticar o enmendar la plana a los militares que eran los que diseñaban la estrategia y la aplicaban, con el argumento de que “ellos saben lo que hacen”. Obviamente eso no es cierto, algunos militares son competentes y otros no. Y, por desgracia, los que estuvieron al mando en esos años no lo eran.

Una y otra vez se negaban a aceptar lo evidente y repetían incansablemente que el VRAE no era como el Alto Huallaga y que no se podía aplicar la misma estrategia. Ahora se ha demostrado que sí era posible.

EMPIEZAN LOS CAMBIOS
Después de la catástrofe de la “Operación Libertad” –que el gobierno trató de presentar como un éxito– en abril de 2012, se produjeron cambios sustanciales. Entre otros, asumió la dirección del Comando Conjunto el almirante José Cueto y las cosas cambiaron rápidamente.

Antes, a fines de 2011, el gobierno ya había empezado a reconocer, silenciosamente, el fracaso anterior retirando varias bases instaladas en Vizcatán, que se demostraron no solo inútiles, sino que se convirtieron en una pesadilla para las FFAA porque significaban una sangría permanente.

Años atrás, en un debate publicado en la revista Poder, advertí: “Tratar de ocupar Vizcatán es una de las estupideces más impresionantes que se han cometido en casi tres décadas de guerra contrainsurgente. Solo la existencia de mandos militares absolutamente incompetentes y la carencia de autoridades civiles interesadas en el tema han posibilitado que ello ocurra.” (“¿Cómo recuperar el VRAE?”, 16.5.09).

Finalmente, aunque sin admitir sus errores, los militares empezaron a rectificar, aprendiendo de la exitosa experiencia del Alto Huallaga y aplicando esas enseñanzas en el VRAE.

En setiembre del año pasado, ya con Cueto en el Comando Conjunto, la nueva política dio sus frutos, cuando la Policía ubicó y abatió a “William” uno de los principales mandos en Llochegua, cerca de donde han caído “Alipio” y “Gabriel”.

Ahora, como ha relatado Doris Aguirre en La República –y han confirmado otros medios–, la inteligencia policial ubicó e infiltró a los senderistas y un grupo de fuerzas especiales de las FFAA les dio el golpe mortal. (“Un ‘topo’ de la policía engañó a ‘Alipio’ y ‘Gabriel’ y los llevó a la muerte”, 15.8.13).

Esa es la estrategia adecuada que, al igual que en el Alto Huallaga, permite acabar con los cabecillas y desarticular a la banda terrorista. Cuando caen los líderes principales, la gavilla se desintegra.

Como dije en esta columna muchas veces, “en el Vrae se requiere inteligencia, tecnología y fuerzas especiales.” (“Tres ideas equivocadas” 11.11.12).

LO QUE VIENE
Con la eliminación de “Alipio”, “Gabriel” y “William” –tres de los cinco más importantes cabecillas senderistas–, ese grupo queda en una situación precaria. Sus reemplazantes no tienen ni la experiencia ni el liderazgo de los caídos. Ahora quedan los dos mayores de los Quispe Palomino, “José” y “Raúl”.

Lo más importante es que las fuerzas del orden y el gobierno ya encontraron el camino para acabarlos. El desconcierto debe haber cundido en la filas senderistas, desconfiarán de todo y de todos pues saben que la Policía capta desertores e infiltra informantes, y que sus comunicaciones son escuchadas.

Si se sigue este camino, será solo cuestión de tiempo terminar con el último grupo armado senderista que aún queda. Por cierto, el narcotráfico sigue –y seguirá– en el VRAE y otros lugares. Pero eso es otra historia.