Caretas. Partiendo de la raíz, reza sabiamente un proverbio hindú: “El que ha plantado un árbol antes de su muerte, no ha vivido inútilmente”. En el Perú, no obstante, con la ingente masa boscosa amazónica ya existente y, a la par, tan frágil ante la mano del hombre, más que plantar, la palabra clave resulta ‘conservar’.
Contando un total de 10 millones de hectáreas de bosques ya deforestados en nuestro territorio a lo largo de nuestra historia, consecuentemente el Ministerio del Ambiente (MINAM), bajo la batuta del Ministro Antonio Brack Egg, ha creado el Programa Nacional de Conservación de Bosques para la Mitigación del Cambio Climático, iniciativa que propone la protección indefectible de 54 millones de hectáreas (ha) de los 72 millones de ha de bosques tropicales con los que cuenta el país.
“Este Programa de Conservación de Bosques es la propuesta peruana que presentamos en la 14o Cumbre de Cambio Climático, en Poznan, Polonia, como nuestra contribución a la mitigación del cambio climático”, apunta el Ministro Brack Egg. La iniciativa, claro, es urgente. “Desde la primera cumbre hasta la 16a, a realizarse en México entre noviembre y diciembre próximos, han pasado 16 años –prosigue Brack–. Y en ese tiempo el consumo de combustibles fósiles se ha incrementado, las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera han aumentado en 6,000 millones de toneladas y los bosques, que son los grandes recicladores de dióxido de carbono (CO2), han disminuido”.
Así, tan solo en América Latina se cuenta la pérdida de 60 millones de hectáreas de bosques (mientras que en el año 2000 registrábamos 250,000 hectáreas anuales deforestadas, en 2005 la cifra disminuyó a 150,000 ha anuales y actualmente oscila en 90,600 ha, según informes de la Agencia de Cooperación Internacional Japonesa – JICA). Y si bien las cifras peruanas dan un respiro, el Ministerio del Ambiente no está como para quedarse cruzado de brazos.
Ante ello, y con la sombra de un cambio climático que puede llegar a superar los 2º C de temperatura a fin de siglo –que es el límite que se ha propuesto la comunidad internacional–, proteger 54 millones de ha de nuestros bosques es “dejar de emitir gases de efecto invernadero y retener en la biomasa 10,000 millones de toneladas de carbono”, señala el ministro.
Pero además, es conservar la biodiversidad, el agua de las cuencas, el hábitat de los pueblos indígenas y los múltiples servicios ambientales que los bosques secos y tropicales brindan. “El objetivo para el año 2021 es llevar la deforestación neta a cero, con lo que habremos reducido nuestras emisiones de gases de efecto invernadero en 47.5%”, destaca el Ministro Brack. Frente a la meta de la Unión Europea, que es una de reducción de 20%, la cifra es amplia. Y, sí, solamente respetando el bosque amazónico.
Estructura Arborizada
El objetivo de conservación, claro, podría ser visto como una buena intención pero de enorme dificultad en su cumplimiento. No obstante ello, la cartografía ya ha sido planteada para llevar a buen puerto el Programa.
Por un lado, el MINAM ha definido la cartografía necesaria para poner en marcha la protección de los bosques. Así, de las 54 millones de hectáreas a proteger, 16 millones de ellas pertenecen a las zonas boscosas en 61 Áreas Naturales Protegidas (de un total de 67 ANP con más de 19 millones de hectáreas de extensión, que equivalen al 15% del territorio nacional). Esta primera cifra de resguardo incluye bosques tropicales y los bosques secos de la costa norte.
Y con ello, son de plano intangibles por ley (y por la sesuda vigilancia y protección del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado– SERNANP).
El Programa Nacional de Conservación de Bosques incluye, además, 10’653,709 ha de las tierras tituladas a las comunidades nativas, que serán conservadas también a través de la intervención de Conservación de Bosques Comunales, que pagará a las comunidades indígenas 10 soles por hectárea de bosque conservado.
Esta es una herramienta de desarrollo para paliar la pobreza sin dejar los ancestrales hábitos nativos de vivir en armonía con su entorno, conservándolo.
A la par, 17’971,768 hectáreas más, según el Ministerio de Agricultura, vendrán de los bosques de producción, destinados solamente para el manejo forestal. “Ya tenemos concesionadas 8’474,876 hectáreas con fines maderables y para otros productos del bosque (castaña y siringa)”, apunta Brack Egg.
A su vez, los bosques secos del norte sumarán 2’252,492 hectáreas más a la iniciativa, al igual que los aguajales amazónicos. Mientras tanto, entre las organizaciones no gubernamentales y empresas privadas ya se cuentan 700,000 ha a manera de concesiones privadas para conservación, para ecoturismo, entre otras.
Junto a algunas categorías más pequeñas de conservación, se llega a la cifra total, quedando dibujado el mapa arbóreo.
Moneda Verde
Ahora bien, una cosa es el planteamiento, otra la acción. Para ella, poderoso caballero es Don Dinero, con lo cual el financiamiento deviene en imperativo. Lo positivo: “Ya estamos encaminados –indica el ministro–. Alemania se ha comprometido a aportar para los próximos 5 años más de 20 millones de euros (aproximadamente US$ 27’000,000), mientras que USAID donará US$ 6 millones y el Banco Mundial ya nos ha escogido dentro de su programa FIP con una cifra que llega a los US$ 70 millones”.
A estas donaciones internacionales hay que sumarle un crédito del JICA ascendente a US$ 40 millones, cuya simpatía ecológica radica en que el interés es de solamente 0.1% anual, con 10 años de gracia y pagadero en 30 años.
A la par, el Gobierno del Perú ya viene invirtiendo US$ 30 millones anuales, dejando constancia de su interés en la conservación. ¿Y cómo se utiliza el dinero? Para muestra, un botón: mientras en enero de 2009 contábamos con 230 guardaparques a nivel nacional, hoy la cifra llega a los 600.
La moneda verde, obviamente, es de ida y vuelta, dejando en claro que la conservación de los bosques no es sólo un romanticismo de ambientalistas. “El reto es conservar los bosques de la mano con el desarrollo de actividades productivas sostenibles para generar riqueza”, indica Brack Egg. Así, se tiene en primer plano al ecoturismo, “que anualmente produce US$ 150 millones –señala–. Y tiene un potencial de crecimiento enorme, generando empleo. Tan solo en la Reserva Nacional Pacaya Samiria, en Loreto, el ecoturismo crece 25% anualmente”.
Igualmente, en la actualidad el manejo de bosques para la extracción de productos del bosque como la castaña o la madera implica US$ 200 millones. En Madre de Dios, por ejemplo, 750 familias tienen concesionadas 863,778 hectáreas de bosques de castaña y viven de la recolección. Y frente al próximo ingreso de la empresa Bosques Amazónicos, que instalará cerca de Puerto Maldonado una fábrica de procesamiento de la castaña, el futuro económico se vislumbra mejor.
A su vez, con la aún pendiente salida en palestra de la Iniciativa de Reducción de Emisiones por la Deforestación y la Degradación de Bosques (REDD), que plantea un beneficio económico por deforestación evitada, el provecho ante la conservación puede llegar a ser aún mayor.
Así las cosas, queda dibujado el planteamiento de conservación y los beneficios, tanto ambientales como monetarios. Y, por supuesto, vale también plantar un árbol como aporte.