Jiribati es su nombre en asháninka y significa líder. Pero, ante el estado peruano se llama Berlín Diques Ríos, es el presidente de la Organización Regional Aidesep de Ucayali (Orau) y uno de los primeros líderes indígenas que recibió las dosis de la vacuna contra la Covid-19, en la primera semana de julio de este año. Vive en la ciudad de Pucallpa y representa a trece federaciones indígenas de Ucayali, Huánuco y Loreto. Así como él, otros ocho apus de las principales organizaciones de la Amazonía del Perú fueron vacunados recientemente.
La campaña de inmunización en los pueblos indígenas comenzó con retraso: cuatro meses después de haber iniciado en las ciudades. Y, a pesar de que los líderes se han vacunado para dar el ejemplo, la aplicación de dosis no avanza al ritmo esperado. Los líderes locales sostienen que ha habido descoordinación entre las redes de salud regionales y las organizaciones indígenas.
También se han presentado demoras en las campañas de comunicación intercultural por falta de presupuesto. Como consecuencia, muchas comunidades amazónicas no conocen los beneficios de la vacuna contra la Covid-19 y algunas han rechazado el ingreso de las brigadas de salud a sus territorios.
Es el caso de la comunidad San José de Karene, en Madre de Dios. Allí, un mes antes de morir, el sabio indígena Javier Quique Simbu (87), del pueblo harakbut, se negó a recibir la vacuna contra la Covid-19 alegando dudas sobre los efectos que provocaría en su cuerpo. “El apu sobrevivió al contacto inicial y también a la Covid-19, pero luego murió en paz ya por su avanzada edad. El actual proceso de vacunación evidencia que no somos la prioridad”, dice Juan Carlos Arique Quique, líder actual de dicha comunidad.
San José de Karene fue fundada hace 50 años por Javier Quique Simbu, que nació en los territorios de la Reserva Comunal Amarakaeri. En 1940 fue contactado por los misioneros dominicos y, luego de varios conflictos con otros pueblos, huyó a una nueva tierra ubicada cerca del río Karene. En junio de este año, los jóvenes apus le ofrecieron a Quique Simbu y a otros cuatro sabios del pueblo llevarlos al centro poblado Colorado -ubicado a dos horas de su comunidad- para que fueran vacunados contra el SARS-CoV-2. Aunque la inmunización aún no había comenzado en los pueblos indígenas, Quique Simbu y los otros sabios podían acceder a la vacuna por ser adultos mayores. Pero no aceptaron.
Carlos Arique, líder de la comunidad San José de Karene, cuenta a OjoPúblico que el 97% de las 280 personas que viven en la comunidad San José de Karene, no quiere vacunarse porque tienen dudas sobre los posibles efectos adversos y por falta de confianza en el gobierno. “Hicimos algunas capacitaciones con Fenamad (Federación Nativa del Ríos Madre de Dios y Afluentes), pero aún no nos han visitado especialistas, para que el pueblo confíe. Sabemos que están vacunando a los indígenas en otros lados y los líderes esperamos que la vacunación se realice aquí. Pero aún no sabemos cómo está trabajando la Dirección Regional de Salud de Madre de Dios”, indicó.
Una encuesta realizada por Orpio (Organización Regional de los Pueblos Indígenas del Oriente) y Orau a 462 indígenas de las regiones Loreto y Ucayali, a inicios de mayo, concluyó que la mayoría de ellos (66%) no tenía intención de vacunarse contra la Covid-19 por múltiples razones, entre ellas, la ausencia de información oficial (29,7%), miedo a posibles efectos secundarios (22,5%) y debido a los comentarios falsos sobre los antígenos que circulan en sus redes (13,1%).
Lizardo Cauper, presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), el gremio que agrupa a las organizaciones indígenas del Perú, señala que el proceso de vacunación en sus territorios está en riesgo porque las comunidades no han sido correctamente informadas. “Los indígenas no quieren vacunarse por falta de información. El Ministerio de Salud y el de Cultura deben entregar información más precisa”, dijo a OjoPúblico.
Una estrategia de información insuficiente
En el papel, la inmunización a los pueblos indígenas en las zonas rurales de la Amazonía se ha priorizado al tratarse de una población vulnerable, con limitado acceso a los establecimientos de salud y que viven en pobreza extrema; sin embargo, en la práctica aún esta campaña no llega a la mayoría de comunidades amazónicas.
En el Perú existen 55 pueblos indígenas: cuatro en los Andes y 51 en la Amazonía. Otros 20 viven en aislamiento voluntario y contacto inicial, según el Ministerio de Cultura. En marzo de este año, el Ejecutivo anunció que informaría a los pueblos en su propia lengua a pedido de las organizaciones, para combatir la información falsa.
Dicha campaña, promovida por el Ministerio de Cultura, empezó el 9 de junio con mensajes radiales en diez lenguas amazónicas (shipibo, awajún, asháninka, entre otras), aimara y cinco variedades de quechua. Además, se han enviado mensajes de texto y se han realizado llamadas pregrabadas en ocho lenguas indígenas. Sin embargo, en Perú existen 48 lenguas indígenas, y aún no queda claro cuál será la estrategia de comunicación hacia estos otros pueblos.
Otra de las limitaciones es la deficiente señal de telefonía en muchos territorios indígenas. Margarita Huamán López, titular de la Dirección General de Ciudadanía Intercultural del Ministerio de Cultura (Mincul), reconoció que es imposible llegar a todas las comunidades indígenas para capacitarlos. Por eso han solicitado apoyo a las ONG y otras organizaciones. “Dinero para una partida específica de sensibilización no hay. El trabajo se articula desde los gobiernos regionales con actores locales para concientizarlos y hacer llegar los mensajes”, explicó a OjoPúblico.
Para Lizardo Cauper, la estrategia del Mincul es limitada, pues no es suficiente con una llamada telefónica ni mensajes por teléfono. “Se necesita una estrategia más inclusiva, que se transmita de voz en voz, a través de los mismos indígenas que pueden enviar mensajes correctos a la población, en su propia lengua. Si no se corrige esto, la vacunación no avanzará en el territorio indígena”, indicó.
En ese mismo sentido, la presidenta de la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (Onamiap), Melania Canales, dijo a OjoPúblico que la campaña de información debe intensificarse o, en caso contrario, la desinformación sobre la vacuna se intensificará y el plan de vacunación fracasará.
Algunos de los temores en los pueblos indígenas están relacionados con la desinformación sobre las vacunas o ideas religiosas extremistas, como por ejemplo, que la vacuna causa infertilidad o que representa el “sello de la bestia [del demonio]”. Otras, como la creencia de que el antígeno les causará la muerte para ser despojados de sus territorios, están relacionadas más bien con la desconfianza generada entre los indígenas por décadas de amenazas y ataques impunes.
La lingüista, antropóloga y profesora principal de la Chapman University (California), Pilar Valenzuela Bismarck, explica que otra de las limitaciones para aceptar la vacuna está relacionada con las creencias de los pueblos indígenas. Estos mantienen, por herencia, una fuerte conexión con las plantas medicinales.
“Sienten que es una traición desacreditar a las plantas, a las que han recurrido a lo largo de los años y recientemente en época de pandemia. Por eso se les debe informar en su propia lengua y revalorar la importancia de la medicina tradicional. También explicar por qué se viene aplicando la vacuna”, recomendó.
¿Cuánto tiempo antes se deben realizar las campañas de sensibilización? Para Julio Mendiguren, director de Pueblos Indígenas y Originarios del Minsa, la información previa es una derecho de los ciudadanos, aunque los plazos varíen según el lugar. «No puedo decir el tiempo, no puedo decir que un mes antes, una semana antes, puede ser un día antes o el mismo día también, lo que si es importante que ninguna brigada ingresa a una comunidad sin haber coordinado con el apu o la autoridad indígena”, indicó.
Los desafíos de vacunar a los pueblos indígenas
La vacunación indígena comenzó la última semana de junio, sin un lanzamiento oficial por parte del Ministerio de Salud. Se desarrolló de forma múltiple en diferentes localidades de la selva peruana. La meta trazada es inmunizar a 393.287 indígenas y no indígenas que viven en la zona rural de la Amazonía. Los equipos de salud visitarán a 3.240 comunidades de las regiones de Amazonas, Ayacucho, Cajamarca, Cusco, Junín, Madre de Dios, San Martín, Loreto, Huánuco, Pasco y Ucayali.
A diferencia de la inmunización en las ciudades, el Ejecutivo aprobó el año pasado la implementación de los Comandos Covid-19 Indígenas en las regiones amazónicas, que elaboraron un plan específico para el control de la pandemia. En dichos documentos, además, estimaron la cantidad de personas a inmunizar (debido a que no existía un padrón) y los recursos que se necesitaban.
“Todos cumplieron y elaboraron sus microplanes para conocer cuántas dosis necesitaban y en qué jurisdicciones específicas. Sin embargo, en muchas regiones los planes [de vacunación] se están actualizando porque hay resistencia de las comunidades indígenas a vacunarse. El fondo del asunto es que no se les informó sobre los beneficios de la vacuna”, dijo Margarita Huamán López, directora de Ciudadanía Intercultural del Ministerio de Cultura.
La funcionaria precisó que no pueden realizar una evaluación general de la inmunización indígena, pues su éxito no se mide a nivel territorial. “Las coordinaciones avanzan de acuerdo a las condiciones geográficas y la aceptación de las comunidades”, señaló.
En la región San Martín algunas comunidades fueron informadas y empadronadas en una misma semana y, en la siguiente, acudieron las brigadas de salud a vacunarlas. “Puede tomar tres semanas [entre una y otra acción], pero en otros casos se requiere una mayor sensibilización y no podemos ingresar [a vacunarlos] hasta que ellos [los indígenas] decidan”, dijo la directora regional de Salud de San Martín, Leslie Zevallos Quinteros.
OjoPúblico se contactó con la Direcciones de Salud de Ucayali, Loreto, San Martín, Amazonas y Madre de Dios para conocer sus planes de trabajo y cronogramas. A la fecha, Amazonas es la única que ha hecho público su plan, que fue aprobado el pasado 28 de mayo. En Ucayali y Madre de Dios, los funcionarios indicaron que se encuentran elaborando este documento; mientras que San Martín, Ucayali y Loreto no cuentan con dicho documento, a pesar de que ya iniciaron las labores de vacunación.
Otra diferencia con la vacunación en las ciudades es que en las comunidades el proceso se realiza sin distinción de edad y con un enfoque territorial. Es decir, cuando una brigada de salud llega a una localidad indígena, aplican la vacuna a todos los habitantes mayores de 18 años, de manera voluntaria. No siguen un cronograma ni límites de edad.
Sin embargo, algunos líderes mayores de edad, como el harakbut Antonio Sueyo, de 82 años, lograron vacunarse en las ciudades en el grupo de los adultos mayores. Sueyo, quien estuvo hospitalizado por Covid-19 en el 2020, recibió en abril las dosis de la vacuna en la ciudad de Puerto Maldonado.
Para la vacunación indígena que inició en junio, el Estado ha dispuesto lotes de la vacuna de doble dosis de Sinopharm. Esta, al igual que la de AstraZeneca, no requiere una exigente cadena de frío, y puede ser almacenada y trasladada en las mismas condiciones que otras vacunas ya conocidas contra la hepatitis o el neumococo.
El último 8 de julio, el Ministerio de Salud aprobó la importación y uso de la vacuna de Johnson y Johnson, que se administra en una sola dosis. Esta había sido anunciada por las autoridades nacionales, como la que se usaría en pueblos indígenas, pero aún no se ha formalizado un contrato de compra.
Un ritmo lento en la Amazonía
El domingo 4 de julio, la comunidad Miraflores, ubicada en el distrito de Nauta, región Loreto, recibió a las brigadas de salud que vacunaron a la población contra la Covid-19. Sin embargo, al día siguiente, la Organización Regional de Pueblos Indígenas del Oriente (Orpio) emitió un pronunciamiento que cuestionaba la falta de información previa y un cronograma específico de vacunación.
Jorge Pérez Rubio, presidente de Orpio, dijo que no hay una adecuada coordinación entre la Diresa y las organizaciones indígenas. “Muchos hermanos no quieren vacunarse, porque no saben qué es esta vacuna. Hay desconocimiento”, señaló. En esta región, como en otras de la Amazonía, no hay un padrón detallado de indígenas a vacunar y tampoco se cuenta con un presupuesto específico para realizar la campaña informativa.
Otra región amazónica con dificultades para avanzar la vacunación es Ucayali, donde se prevé inmunizar a 47.622 indígenas. Aquí los principales líderes de las federaciones locales se han vacunado, pero en las comunidades aún no aceptan la campaña de inmunización.
Berlín Diques, presidente de Orau, señaló que falta de información. “En Iparia las comunidades se han negado a vacunarse por temor. Lo que pedimos es que intensifiquen la campaña de sensibilización, o caso contrario nos indiquen el cronograma para que la organización ingrese previamente a las comunidades, y también contribuya con el traslado de las brigadas. No hay presupuesto para hacer este trabajo”, dijo.
n Amazonas, la meta es vacunar a 70.485 personas de 275 comunidades indígenas: 38.273 de ellas tienen 18 años a más en los distritos de Nieva, Santiago y Cenepa, en la provincia de Condorcanqui; y 32.212 personas en los distritos de Imaza y Aramango, en la provincia de Bagua. La comunidad de Nazareth, en Imaza, fue la primera en recibir las dosis de Sinopharm, que serán aplicadas con un intervalo de 28 días, en los pueblos awajún y wampis.
Aunque su plan de vacunación no menciona un presupuesto específico para dicho proceso, sí reconoce la brecha de recursos humanos existente: 23 enfermeras, 23 técnicos en enfermería y 12 traductores. La falta de personal especializado es una constante en otras regiones amazónicas también.
En San Martín, las autoridades estiman vacunar a 26.766 pobladores agrupados en 117 comunidades indígenas. La vacunación comenzó en la tercera semana de junio y, a inicios de julio se vacunó a líderes shawi, entre ellos a Eusebio Huayungo (presidente de la Federación Regional Indígena Shawi de San Martín- Ferisham); a las lideresas y hermanas Loydi y Olinda Tangoa; y a Pedro Pizango.
En esta región, Leslie Zevallos indicó que el Ministerio de Cultura se integró a las labores de sensibilización de manera tardía. La campaña de información estuvo a cargo de la Diresa y organizaciones indígenas, con un presupuesto designado por el gobierno regional. “Ahora se incorporó el Ministerio de Cultura, pero hubiera sido importante que se involucren desde el inicio. Llegaron cuando ya habíamos entrado a algunas comunidades”, dijo a OjoPúblico.
En Madre de Dios, donde está asentada la comunidad San José de Karene, el gobierno envió un lote de 11 mil vacunas de Sinopharm y se ha programado vacunar a 5.500 personas mayores de 18 años. El proceso inició el 22 de junio de este año en la comunidad Amarakaeri (del pueblo harakbut), localizada en la provincia de Tambopata. En la actualidad, otras mil personas de las comunidades Infierno, Tres Islas, Tayacome, Yomibato, también han recibido la primera dosis de la vacuna.
En esta región, las jornadas informativas están a cargo de la Fenamad, una organización regional que representa a 37 comunidades de siete pueblos indígenas, a pesar de que estas actividades deberían ser conducidas por el gobierno regional y nacional. Y es que, según reconoció ante OjoPúblico el titular de la Dirección de Salud de Madre de Dios, Ricardo Tello Acosta, ellos no cuentan con un presupuesto para campaña de difusión.
“Ellos [Fenamad] se han desplazado a las diferentes comunidades, conversan con los líderes. Nos avisan cuando una comunidad está sensibilizada y procedemos con la vacunación, con el personal que tenemos a disposición. Pero no hay ningún presupuesto [para las campañas de información]”, dijo Tello Acosta.
Pueblos quechuas y aymaras
Don José Huamaní Sillocca, de 66 años, es un campesino de la comunidad quechua Hatun Ccollana, ubicada en el distrito de Velille, provincia cusqueña de Chumbivilcas. Debía recibir la primera dosis de la vacuna contra la Covid-19 a mediados de junio, pero no acudió al vacunatorio por miedo. “¿Qué tal si me pasa cualquier cosa?”, dijo.
La población quechua y aimara representa el 15,6% de la población peruana. Según los resultados del Censo Nacional del 2017, hay 3’ 735.682 quechuahablantes y 444.389 que tienen como lengua materna el aimara. Mientras que la Base de Datos de Pueblos Indígenas u Originarios del Ministerio de Cultura registra 4.789 comunidades quechuas en 18 regiones del país, 639 pueblos aimaras en Puno, Moquegua y Tacna, y 11 poblados en Puno y Moquegua donde conviven quechuas y aimaras.
Son más de 4 millones los ciudadanos quechuas y aimaras. Estas comunidades reciben la vacuna en base al padrón nominal del Minsa y en función a los rangos de edad. En otras palabras, se vacunan junto al resto de la población y siguiendo los mismos criterios de las ciudades.
La subdirectora de Interculturalidad de la Dirección Desconcentrada de Cultura del Cusco (DDCC), Teresa Campos Chong, consideró que la falta de un plan diferenciado para estas comunidades obedece a que “hay una concepción errónea de muchos sectores del Estado, autoridades y gente de a pie que cree que los pueblos indígenas solo están en la Amazonía”.
“Creen que en los Andes ya no son indígenas porque ven televisión y usan celular. O ya no se visten como sus ancestros. Juzgan superficialmente, según mi opinión, las costumbres andinas y características de los pueblos originarios. Cuando como Cultura presentamos que estos son los pueblos originarios del Cusco, las autoridades de salud se caen para atrás y nos dicen: ¿son tantos? Sí, pues, son la mayoría”, explicó la funcionaria.
Asimismo, el presidente de la Confederación Nacional Agraria (CNA), Víctor Raúl Maita Frisancho, consideró que hay una suerte de discriminación a las poblaciones quechuas y aimaras en el proceso de vacunación. «No entendemos por qué sucede eso y denunciamos esta exclusión del Estado”, señaló el dirigente sindical.
En tanto, Jorge Calisaya Anco, secretario general de la Asociación de Pueblos Originarios de Puno, señaló que hay demora en la vacunación a los pueblos aimaras, pero no hay tanta preocupación en la ciudadanía. Mientras que en Cusco, la Gerencia Regional de Salud (Geresa) recién empezó a elaborar un plan de vacunación diferenciada para las comunidades quechuas, que estará listo la segunda quincena de julio.
“También estamos programando la vacunación para las comunidades quechuas. Se está coordinando con las dirigencias, porque yo no puedo llegar a una comunidad y decir ‘los voy a vacunar’”, explicó Juan Spelucín Runciman, titular de la Geresa. También indicó que el plan se diseña en Cusco en coordinación con el Comando Covid-19 Andino, conformado por autoridades municipales y representantes de organizaciones sociales, y donde también participan profesionales de salud y antropólogos.
Campos Chong precisó que, en la actualidad, están filtrando información del número de personas mayores de 18 años que viven en las comunidades de altura más alejadas para saber en qué lugares concentrarse para la vacunación. “Para la segunda mitad de julio ya se puede tener claridad sobre la cantidad de vacunas que se necesitan en las comunidades. Coordinaremos con todas las organizaciones posibles y difundiremos una campaña para desmontar los mitos acerca de la vacuna”, remarcó.
Por: Claudia Chávez (La Libertad), Geraldine Santos (Huánuco), José Víctor Salcedo (Cusco) y Katya Zevallos (Loreto)/Red Investigativa de Ojo Público*