¿Sabía que para que un animal silvestre llegue a ser «mascota» en una casa murieron en el camino varios de sus congéneres? Nuestro país es un paraíso en cuanto al número de especies en vida silvestre se refiere, pero será su infierno si es que no actuamos. Ya tenemos varias especies amenazadas por la persecución humana en su contra. No debemos ser cómplices de su lenta destrucción. Daremos un repaso a este panorama que convive con nosotros.
¿Cómo es que una especie puede ser considerada en amenaza o bajo peligro? En general, causas que hacen peligrar la supervivencia de una especie son la deforestación o destrucción de su hábitat y lo que los especialistas del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) llaman «los cuatro jinetes del apocalipsis», vale decir, la tala ilegal, la minería ilegal, los cultivos ilegales y el tráfico ilícito de especies.
El Perú es un país privilegiado por la megadiversidad que tiene en cuanto a la fauna y flora que habita en nuestro territorio. Ocupamos los primeros lugares en el rango de varias especies. Desgraciadamente, ello ha motivado que un lucrativo tráfico ilegal de vida silvestre se desarrolle y atente contra la supervivencia de muchas especies que son únicas en el mundo. Este flagelo también golpea a naciones vecinas con gran diversidad natural: Brasil, Colombia, Ecuador, México y Venezuela.
Según un informe de WCS en el Perú, entre el 2010 y el 2018, más de 50 mil animales vivos fueron decomisados del tráfico de animales: 319 especies, principalmente loros, tortugas y primates. Varios de ellos en categoría de amenaza. En nuestro país, la causa capital del comercio ilegal de animales silvestres es la demanda de animales vivos para ser convertidos en mascotas en el país y hacia el extranjero. El lucrativo negocio llega al caso de especies de monos cotizadas en varios miles de dólares en Estados Unidos.
El Perú es clave para el tráfico ilegal de vida silvestre a nivel mundial. Entre los años 2000 y el 2016 se realizaron casi 6000 intervenciones de productos y subproductos de fauna silvestre en el país, con destino hacia Europa, Asia y Norteamérica. El mercado negro internacional mueve cada año entre US$7000 y US$23 000 millones, y está estrechamente vinculado a las redes de corrupción del crimen organizado, incluyendo el tráfico de drogas, de personas, de armas, y el lavado de dinero. Las cifras mencionadas han motivado que varios países lo cataloguen y procesen como crimen organizado.
Esta destructiva acción ha llevado a que varias especies de fauna silvestre sean diezmadas y lleguen a un estado de vulnerabilidad. En los últimos años nuestro país hizo algunos estudios de gran envergadura para identificar a esas especies. Vale anotar un esfuerzo realizado hace ya 30 años. Fue así que en 1991 se publicó un texto recogiendo la situación de la fauna silvestre nacional amenazada o en peligro de extinción en una publicación que saliera a la luz bajo el impulso del biólogo Víctor Pulido. La obra se tituló «El Libro Rojo de la Fauna Silvestre del Perú».
Otra notable iniciativa para concientizar entre la población la urgente necesidad de preservar la existencia de nuestra fauna silvestre en peligro tuvo como impulsores al Banco Central de Reserva del Perú y al Ministerio del Ambiente. Ambas entidades presentaron en julio del 2017 la primera moneda de la nueva serie numismática “Fauna Silvestre Amenazada del Perú”, con la imagen del oso andino de anteojos. Desde entonces se han emitido más monedas con otras especies amenazadas para generar conciencia sobre el cuidado que estos animales necesitan para evitar su desaparición.
El esfuerzo por hacer un inventario de la fauna silvestre en peligro de nuestro país no quedó allí. Fue en agosto del 2018, es decir hace ya casi tres años, que se presentó el «Libro Rojo de la Fauna Silvestre Amenazada del Perú». La obra arroja un listado con 389 especies consideradas con algún grado de vulnerabilidad, identificadas debidamente gracias a un trabajo realizado por el Servicio Nacional de Flora y Fauna Silvestre (Serfor).
Ya en el 2020, el congresista Alberto de Belaúnde presenta el Proyecto de Ley 6051-2020-CR que plantea incorporar a la categoría de crimen organizado los delitos ambientales vinculados a la vida silvestre. Lo dicho es sustentado así: “Las bandas que operan en el tráfico de vida silvestre tienen redes similares y el mismo modus operandi que las de otros delitos de crimen organizado. Pero las autoridades que las enfrentan lo hacen con las herramientas de delitos comunes. Hay que recategorizar este delito como lo que es, para enfrentarlo con la contundencia necesaria”.
Y fue en abril del presente año que esta iniciativa legislativa alcanzó el visto bueno de la Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso de la República. Se espera que el pleno del Parlamento la someta a debate, y de contar con su luz verde, esta facilitará a los operadores de la justicia la implementación de acciones más eficaces contra el tráfico ilegal de especies silvestres.