La observación continua de la atmósfera es la base para determinar que el clima de la Tierra ha cambiado. El principal indicador de estos cambios ha sido y es el incremento de la temperatura del aire, como consecuencia del aumento de los gases de efecto invernadero. Hace algo más de dos siglos, la era industrial trajo consigo el desarrollo de la humanidad, pero también el uso indiscriminado de combustibles fósiles que han tenido consecuencias negativas para el planeta. Gases como el dióxido de carbono (CO2) y el dióxido de nitrógeno (NO2) son indicadores de contaminación.
En las últimas tres décadas, de acuerdo con el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, cada una de ellas ha sido más cálida que la década anterior. Esto significa que, en el último decenio, la superficie de la Tierra se ha calentado tres veces más que en cualquier decenio anterior desde el año 1850. Lejos de alcanzar las metas propuestas para atenuar el cambio climático, el período 2015-2019 será, probablemente, el más cálido jamás registrado. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), las concentraciones de gases de efecto invernadero, lejos de disminuir, han aumentado a niveles sin precedentes. ¿Ha cambiado algo esta situación durante estas últimas semanas?
Las mediciones satelitales del NO2 muestran que las mayores concentraciones se encuentran en el hemisferio norte, principalmente en Estados Unidos, Europa y China. En este último país, donde es habitual observar altas concentraciones de este gas, se ha apreciado en las últimas semanas una disminución significativa debido a las medidas tomadas para enfrentar el COVID-19. Esta situación también se ha observado en nuestro país. En el caso de Lima, el Instituto Geofísico del Perú (IGP) ha analizado información satelital sobre las concentraciones de este gas en la zona metropolitana, cuyos resultados muestran la disminución de NO2, en un orden de magnitud, respecto a la media calculada entre 2010 y 2019. El SENAMHI ha mostrado también mejoras en la calidad del aire a través de mediciones de aerosoles, específicamente de material particulado (PM2.5), las que han graficado una disminución de hasta un 20 % en los primeros días de cuarentena.
Muchas de las medidas que ahora acatan varios países frente a esta pandemia deberían asumirse como buenas prácticas en el futuro: limitar el parque automotor en grandes ciudades como Lima, fomentar la compra responsable de alimentos, evitar el uso desenfrenado de fuentes contaminantes, entre otras. Aunque insuficientes, deberíamos darle al planeta mayores respiros y fomentar en las nuevas generaciones acciones de concientización y cuidado que beneficien y mejoren el medio ambiente. Para cumplir con estos propósitos, el IGP continúa haciendo «Ciencia para protegernos, Ciencia para avanzar».
Fuente: IGP