Es un error reducir al grupo terrorista que opera en el VRAE a la condición de simples narcotraficantes. Su naturaleza es distinta, a pesar de alimentarse de la cocaína que se produce en esa zona, y aún mantiene un discurso y objetivos políticos. Obviamente no es tomar el poder, sino sobrevivir mientras superan “el recodo” de sus problemas internos.
Sendero Luminoso está en un proceso de acercamiento a las poblaciones rurales, argumentando que no les harán daño, por el contrario protegerán sus intereses, llámese los cultivos ilegales de coca, la tala ilegal de madera o el contrabando de combustibles. Esto les permite reconciliarse y ganar terreno en las comunidades. Paradójicamente, a esta misma población se les califica desde el Estado como terroristas.
Definitivamente es una buena decisión el haber retomado las acciones antiterroristas en el VRAE y reconocer la existencia de zonas liberadas por sendero; sin embargo, se debe reevaluar urgentemente la estrategia militar que se viene aplicando, porque desde el inicio de las operaciones todas las bajas son solo de parte de las fuerzas del orden y ni una sola del grupo terrorista.
Considero que es un gravísimo error seguir utilizando como fuerza de ataque a soldados que prestan el servicio militar voluntario. No dudo de su coraje y las ganas de defender a su patria, sino de su escasa experiencia en escenarios de combate. También es un error seguir patrullando en fila india frente a un enemigo que conoce perfectamente el terreno. Por lo agreste de la topografía, los uniformados se convierten automáticamente en blancos fáciles.
En general, en el VRAE se están utilizando tácticas de guerra convencional frente a un enemigo que frecuentemente está mimetizado en la población y que tiene mucha experiencia en la guerra de guerrillas y en la guerra de desgaste.
El control territorial, que parece ser la obsesión del Comando Conjunto, es la última fase después de haber desalojado completamente al enemigo. A la luz de los últimos ataques terroristas, definitivamente no es cierto que se haya recuperado Vizcatán, ni siquiera las zonas adyacentes.
Qué se debe hacer: reemplazar los patrullajes por la inteligencia operativa y solo con la información puntual dar golpes quirúrgicos con fuerzas verdaderamente profesionales. Atacar con operaciones helitransportadas a las bases de apoyo senderista que están ubicados en el río Ene, donde tienen cautivos a asháninkas como fuerza de producción.
También es importante tener el control de las rutas fluviales, especialmente de los ríos Tambo, Ene y Apurímac, que son utilizados no solo como rutas de la droga y los insumos químicos, sino también como escape y aprovisionamiento.
Paralelamente, desde el Ministerio de Defensa debería iniciarse una campaña de recompensas para quienes proporcionen información que conduzca a la captura de personas vinculadas al grupo terrorista. Si hay algo en el VRAE son mercenarios, narcotraficantes y soplones ávidos del dinero fácil.
Finalmente, toda esta estrategia necesita de operadores políticos que encaucen adecuadamente los esfuerzos de inversión que debe realizar el Gobierno Nacional en el VRAE. Aquí es indispensable que las autoridades regionales y locales también se involucren en la solución de este difícil problema.
Dr. Rubén Vargas, director de investigaciones de INFOREGIÓN.