Un Café Para los Zares

Caretas. En Alto Shamboyacu se cultiva cacao y café de talla mundial. Pero la bebida que estos agricultores de origen quechua consumen durante sus bailes es una poderosa combinación de licor de caña y miel. Pasar de algunas rondas del traguito a catar café con protocolos globalizados resulta ser una tarea literalmente estimulante. Los ojos se abren cada vez más y los tupidos alrededores de Tarapoto revelan cuán lejos pueden proyectarse.

Es fácil olvidar que hace unos años el paisaje era plagado de coca. El llamado milagro de San Martín es ahora el estandarte al que echa mano el presidente de Devida, Rómulo Pizarro, para practicar un bienintencionado lobby con diplomáticos destacados en el Perú. Además del peruano Luis Chuquihuara lo acompañan el embajador británico, James Dauris, la jefa política de Naciones Unidas en el Perú, Marianne van der Seen, y el Cónsul de Brasil, Tiago Louro Carneiro.

La visita relámpago sirve como abrebocas a la vigésima reunión de Jefes de Organismos Encargados de Combatir el Tráfico Ilícito de Drogas en América Latina y el Caribe, que se realizará en Lima entre el 4 y el 7 de octubre. La HONLEA, por sus siglas en inglés, es el foro de Naciones Unidas que agrupa a los «zares» antidrogas.

Franquicia cafetera

Perú se encuentra por obvias razones en el epicentro de ese partido.

Según Pizarro, el de San Martín es uno de los modelos de erradicación y desarrollo alternativo que hoy da la hora en la materia. El segundo, de tintes más represivos, es el que se impone en Tailandia, país que auspiciará otro encuentro de zares en noviembre próximo.

Para los países andinos es fundamental la cooperación proveniente de Estados Unidos y, mucho más atrás, la Unión Europea. Los números recuerdan que es cada vez menor a pesar de que el año pasado el Perú superó por primera vez en una década a Colombia como principal productor de hoja de coca: casi 60 mil hectáreas en todo el país.

Hasta ahora los principales antídotos se encuentran en el café y el cacao.

El jefe de Devida abriga el sueño de «buscar una franquicia única para el café peruano, como ocurre con Juan Valdez en Colombia».

Para Pizarro, «el futuro está en los fondos de promoción de asociaciones y cooperativas. Hay que potenciar las alianzas estratégicas. Si el Estado monta los programas, se lleva entre el 25% y 30% de los fondos en gastos administrativos. La cooperativa, en cambio, ya está formada. Y todo lo reinvierten en la propia comunidad».

Modelo cooperativo

Oro Verde es un buen ejemplo. El 95% de su producción es exportada e impulsa que sus socios accedan a créditos y mejores viviendas e infraestructura. De 56 familias integrantes en 1999 pasaron a ser unas 900 en la actualidad, con 1800 hectáreas de café y 1200 de cacao. Los valores de sus exportaciones casi se triplican entre el 2007 y el 2008, cuando superaron los US$ 3.2 millones.

Los precios que obtienen los agricultores gracias a las certificaciones orgánicas también marcan una diferencia. El promedio nacional es de US$ 132 por quintal, mientras que el de Oro Verde es de US$ 170.

A su vez, Oro Verde se asocia a otras tres cooperativas para conformar el consorcio Verde Amazónico, que agrupa a unas cinco mil familias. Desde Lamas hasta Puno, hay 13 organizaciones de alcance significativo que demuestran que es posible replicar el milagro de San Martín.

Uno de los desafíos estriba en exportar el producto procesado. Sandro Aquino de Oro Verde explica que «exportamos US$ 1.5 millones en granos de café al año y solo quedan US$ 30 mil de ganancia. No es nada».

En cambio, los pequeños experimentos con la exportación de café procesado arrojan utilidades de más del 70%. Igual pasa con el cacao. Además de una taza de café, los visitantes fueron recibidos en las oficinas de Oro Verde con unos deliciosos bocados de chocolate hechos en Alemania con el cacao de Oro Verde.

Esa misma tarde, Caretas visita con Pizarro la fábrica de chocolates La Orquídea. El producto final, sea con quinua, leche o nueces, es extraordinario. Pizarro concede que el transporte del producto final es más complicado que el del café molido y empacado. Pero al menos, señala, el cacao podria salir hacia Lima en pasta para terminar el proceso allí y salir a la exportación.

Cambio de giro

James Dauris, que es desde hace dos meses el embajador británico en el Perú, reconoce que «el 50% de la cocaína que llega a Europa proviene del Perú. También acepta que «la decisión política es enfocar los esfuerzos en Colombia». Como buen diplomático, el embajador no vincula ambas premisas, pero es obvio que algo no fluye en el tránsito de una a otra.

Alan García declaró hace algunos días que «el presidente Barack Obama me preguntó por qué han sembrado 5 mil hectáreas más en el Putumayo. Yo le dije: Por su culpa. Ustedes han metido una gran cantidad de dinero y tecnología en Colombia que no le han dado a Perú.

A pesar de los recientes tijeretazos sufridos por el Plan Colombia, las diferencias son todavía abismales. El Perú recibe menos de US$ 70 millones anuales de Estados Unidos por todo concepto para combatir al narcotrífico. Colombia, cuya cooperación gringa pasa por reducciones drásticas desde el 2007, percibirá más de US$ 464 millones el próximo año. El conmocionado México se llevará otra gran tajada de US$ 310 millones.

A ello se añade el giro estadounidense en su política antidrogas. En mayo pasado, Obama anunció un énfasis en la prevención doméstica. Para tal fin se invertirá la friolera de US$ 15.5 billones. Gil Kerlikowske, director de la oficina de la Casa Blanca de Políticas Nacionales de Control de Drogas, subrayó que el mal «es una enfermedad, es diagnosticable y ciertamente es algo que puede ser tratado. Pero no es una guerra».

Los números son reveladores. El cuadro presentado en estas páginas concluye que la gran mayoría de las utilidades del mercado de US$ 35 mil millones que mueve anualmente la cocaína en Estados Unidos se queda entre los traficantes y los comercializadores de allá. En ese sentido, tiene racionalidad política cambiar el enfoque.

¿Pero qué pasa con un país como el Perú, convertido en el primer exportador de cocaína del mundo a pesar de que el negocio florece en medio de niveles de violencia mucho más bajos que los de Colombia y México?

Para Pizarro, pasamos por «un punto de inflexión» que puede preceder a un escenario mucho más convulsionado. Brasil se ha convertido en un destino principal de la cocaína, tanto por ser el segundo consumidor mundial como plataforma de nuevas rutas. El futuro puede tener dos orillas. En una el milagro de San Martín es multiplicado entre cocoa, paz y café. Pero en la otra arde el infierno azteca de Ciudad Juárez.