Pese a la inicial indefinición del primer jefe de Devida, debemos reconocer que en los tres primeros años del actual gobierno se erradicaron 54 mil hectáreas de coca ilegal. Es decir, 12 mil hectáreas más que en todo el quinquenio del gobierno aprista.
¿Sirvió para algo la erradicación? Sin duda. Ayudó a romper el cerco infame que el narcotráfico y sus quintacolumnistas habían construido en torno al Monzón. Con el terrorismo derrotado en el Alto Huallaga, se comienza a vivir tiempos nuevos.
Obviamente este cambio se observa estando en el terreno y no repasando apuntes y fotografías de 1980. La mano de Carmen Masías tiene mucho que ver en este proceso. Más adelante, cuando las aguas retornen a su nivel y el gobierno muestre este valle como uno de sus éxitos, tendrá que darle las satisfacciones que se merece.
Ahora bien, ¿qué se viene con el relevo en Devida? Me parece que se configuran dos escenarios:
1) En el Alto Huallaga y en las cuencas cocaleras de Pasco y Ucayali continuarán caminando de la mano la erradicación y los proyectos que impulsan el cacao y el café. Vale decir, seguirán trabajando por la ruta ya trazada. El nuevo jefe de Devida estuvo recientemente en Aguaytía y renovó su apoyo al Corah. Este mensaje aguó la fiesta de quienes celebraban, por enésima vez, el final de la erradicación.
2) Hay un terreno pantanoso que en los últimos años se ha engullido a varios ministros, generales del Ejército y, recientemente, una impetuosa jefa de Devida que pretendió enfrentar a un monstruo narcotizado sin darse cuenta de que estaba en off side desde el comienzo del juego. Los planes del gobierno para el Vraem siguen en la nebulosa. Lo que está claro, felizmente, es que ya no se pretenderá erradicar 16 mil hectáreas de coca. Se ha adelantado que se trabajará en la reconversión de cultivos y en la autoerradicación.
Me imagino que el Ministro de Agricultura, en la práctica convertido en el zar antidrogas del Vraem, sabe que ambos modelos ya se pusieron en práctica y que fueron un completo fracaso. En efecto, de 1995 al 2001 se intentó reconvertir los cultivos de coca en el Vraem invirtiendo cerca de 37 millones de dólares y no sirvió para nada.
Asimismo, del 2002 al 2007, como consecuencia de los acuerdos arribados entre el gobierno y las organizaciones cocaleras, se puso en práctica la “erradicación voluntaria”. Este modelo se aplicó en las zonas donde los cocaleros decidían acogerse a un sistema de incentivos económicos y de apoyo en el desarrollo de programas productivos.
Después de cinco años la estrategia entró en evaluación porque se descubrió que las parcelas donde los campesinos se autoerradicaban eran cultivos de coca abandonados o con una densidad muy por debajo del promedio. También se descubrió que la compensación económica era utilizada para financiar nuevas parcelas de coca de mayor productividad.
Sería demasiada candidez pensar que en el valle donde el 80% de su población gira en torno a la economía de la cocaína se autoerradicarán. Alguien dijo que presionaremos con la interdicción, de acuerdo. Empecemos entonces con la interdicción aérea, que es por donde sale el 90% de la cocaína del Vraem. Lo demás es como la autoerradicación, sirve solo para autoengañarnos.