Tradiciones y conocimientos ancestrales son reconocidas oficialmente en el país

Felícitas, toda su vida se la pasó en la chacra, cuidando a sus animales, a sus vaquitas, junto a su papá, junto a su mamá quienes le enseñaron los principios del cuidado de los animales, el cariño con el que hay que tratarlos… Isidro, hacía lo mismo, en su comunidad, aprendía igual. Esta enseñanza de padres a hijos sobre el manejo de pastos, cuidado de los animales, del agua o de la naturaleza tiene bases ancestrales y es parte de su tradición. Este conocimiento, estos saberes previos, no lo podían certificar en la escuela.

En nuestro país se ha venido trabajando el tema de la certificación de competencias, desde varios frentes, desde el Ministerio de Trabajo, el Ministerio de la Producción, la empresa privada, y lógicamente, el Ministerio de Educación. Desde ahí, el Instituto Peruano de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad de la Educación Básica y Técnico Productiva (Ipeba), cumple un papel importante para la certificación de competencias pues la Ley General de Educación N°28044 plantea y facilita asumir el desafío al definir que el sistema educativo es flexible y que la certificación es uno de los medios de articulación para que las personas tengan oportunidades de alcanzar un mayor nivel de aprendizaje.

Asimismo, la Ley N°28740, Ley del Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa (Sineace) destaca la certificación de competencias laborales y profesionales como uno de los procesos de mejoramiento de la calidad educativa, orientada a reconocer públicamente las competencias adquiridas dentro de o fuera de las instituciones educativas para ejercer funciones laborales o profesionales.

La certificación de competencias es considerada como un mecanismo para ampliar las oportunidades de acceso al mundo laboral y mejorar la productividad de las empresas, sino también como una oportunidad para el desarrollo de la persona, para promover su formación continua y para seguir aprendiendo a lo largo de su vida. Las competencias certificadas pueden ser convalidadas para facilitar el ingreso, conclusión o reingreso de las personas al sistema educativo, ampliando sus posibilidades de aspirar a mayores niveles educativos, según informó Ipeba a INFOREGIÓN.

En regiones como Cajamarca y Cusco, Ipeba certificó a los evaluadores de las competencias laborales, extensionistas rurales, técnicos e ingenieros, quienes, in situ, evalúan las capacidades, conocimientos y experiencia, calificando el trabajo que realizan las personas que solicitan pasar esta prueba.

En el caso de Cajamarca, la ONG Soluciones Prácticas – ITDG y la empresa Gloria, certificaron a los campesinos que se dedican a la crianza y manejo del ganado bovino, con énfasis en el manejo de la producción láctea, que los certificaba con los estándares internacionales para unificar la calidad de la leche que le venden a la compañía lechera.

En el caso del Cusco, Ipeba tuvo como aliados a la ONG Soluciones Prácticas – ITDG y a la Asociación Macro Regional Kamayoq AMARKAS, que reúne a los líderes comunales y a los que más saben, según la tradición andina, para que sean los evaluadores que certifiquen los conocimientos de sus hermanos campesinos.

El caso de los Kamayoq es especial pues Felícitas Quispe Pucho certificó sus conocimientos como evaluadora, se reinsertó en el sistema educativo, siguiendo una carrera técnica y hoy participa, como invitada, en un diplomado sobre ganado en Bolivia.

Al conocer esta experiencia, la Universidad Nacional Agraria de La Molina (UNALM), se interesó en replicarla. Hoy cuenta con 17 profesores certificados que serán los que evalúen y repliquen estas enseñanzas, respetando las tradiciones y conocimientos ancestrales de los hombres y mujeres del campo.

La Molina desde sus Centros de Investigación y Extensión, se están comprometiendo con el reto que significa certificar el saber hacer de los pobladores del campo.