Más de veinte mil toneladas de relave del asentamiento minero “Cobriza”, propiedad de Doe Run Perú (DRP), han sido depositadas desde el 2003 hasta la fecha, al lado de la institución educativa “José Abelardo Quiñones”, en el poblado 7 de Junio del caserío “Expansión”.
Según denunció la organización “Plataforma La Oroya por un Cambio”, ante cualquier reclamo de los pobladores de “Expansión”, la minera les responde que los pocos que trabajan en la mina se quedarán desempleados mientras que a los que no laboran los convocan a sus “talleres informativos” y les dicen que los relaves mineros no contaminan con la condición de darles un puesto de trabajo en la mina.
Sobre el particular, Wilfredo Córdova, poblador del caserío Cobriza y estudiante de Derecho, afirma que Doe Run “quiere desaparecerlos”. “La minera ha cometido una serie de atropellos. Cuando se hizo del centro minero expropió a la fuerza las viviendas del poblado bajo el argumento de que las parcelas eran propiedad privada”, cuenta.
Desde el 2003, más de siete mil familias han visto crecer los cerros de polvo negro, que ahora prácticamente forman parte de su geografía, como si de cerros se tratasen.
Estos relaves tóxicos reposan a pocos metros de la I.E. “José Abelardo Quiñones”, poniendo en grave riesgo la salud de los casi 200 niños que allí estudian y el río Mantaro, una de las fuentes de agua más importantes de la sierra central corre el peligro de ser contaminado.
Córdova recuerda que su familia fue desalojada hasta en tres oportunidades. “A la fuerza o con tractores, Doe Run usó a la policía, entraron a la fuerza a la casa, metieron nuestras cosas y nuestros animales en camiones y nos dejaron en un pueblo alejado a una hora de Cobriza. Esto se repitió una y otra vez”, dice.
Por su parte, su hermano Edgar señala que las únicas 15 familias que ahora habitan Cobriza viven, prácticamente, secuestradas y siguen padeciendo las prepotencias de DRP. Antes, en el lugar, dice Córdova, había nueve mil familias.
“La empresa del multimillonario Ira Rennert pretende usar más de 60 hectáreas de pastizales en Chacapampa, cerca de Cobriza, como un nuevo depósito de relave muy cerca al río Mantaro. De ocurrir un colapso del dique de la relavera, se cometería un grave atentado contra el ecosistema”, señala.
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