La ciudad de Tingo María, hogar de la Bella Durmiente y puerta de la Amazonía peruana, es la más grande muestra de la vivencia de la fiesta más importante de la selva peruana, San Juan. Los pobladores la celebran intensamente. En cada calle de Tingo María y en cada rivera de los ríos la fiesta se vive con mucha alegría.
Desde muy temprano, chicos y grandes salieron a las calles a hacer de esta fiesta el mayor momento de regocijo. La misa celebrada en la parroquia Santa Teresita dio inicio al reconocimiento del santo patrono, San Juan Bautista, quien recorrió en hombros las calles tingalesas acompañado de numerosos danzantes.
Las principales autoridades de la ciudad rindieron los honores al santo de la selva para luego dar pase a la alegría desbordante que inundó las calles. No había persona que dejara de danzar o que degustara los ricos juanes.
El recorrido de los danzantes culminó con la acostumbrada umisha o cortamonte, en la Plaza de Armas, donde el festejo fue mayor.
Mientras ello ocurría en el centro de la ciudad, miles de personas poblaban las playas del río Huallaga, Monzón y Tulumayo para disfrutar del plato rey de la selva: el juane.
La alegría en Tingo María no se detiene. San Juan llegó y con él su festejo. La gente selvática y los miles de visitantes viven los mejores momentos en un reencuentro con la naturaleza y con la calidez y alegría de su gente.