Algunas cifras están mostrando una situación que no se veía desde hace mucho tiempo. En los dos primeros meses del año las exportaciones cayeron 19,3% con respecto al año anterior y las importaciones siguieron creciendo.
La balanza comercial, la diferencia entre exportaciones e importaciones, fue negativa en US$ 834 millones. Es decir, compramos al extranjero más de lo que vendemos. Una señal de alarma.
Las crisis
En el Perú hemos tenido varios períodos de crecimiento en el último siglo, y todos terminaban siempre en una crisis similar. El problema radicaba en que el crecimiento de la economía demandaba dólares para importar bienes de capital, insumos y productos de consumo. En algún momento los dólares no alcanzaban, porque las exportaciones, que son las que producen divisas, no crecían al mismo ritmo de las importaciones.
El resultado era un círculo vicioso de devaluación, inflación, paquetazos dictados por el gobierno de turno y una larga crisis.
Sin embargo, en los últimos años hemos tenido un crecimiento espectacular y sostenido en el tiempo, básicamente gracias a la minería que ha proporcionado los dólares necesarios para sustentar el crecimiento económico.
La minería pudo desarrollarse por una combinación de factores. El primero, un entorno económico y político favorable, desde principios de la década de 1990 durante el gobierno de Alberto Fujimori, situación que mantuvieron los siguientes gobiernos hasta hace poco. El primer gran proyecto de la nueva minería fue Yanacocha, en Cajamarca, iniciado en 1993.
El segundo, el aumento de los precios de los minerales en el mercado internacional, un ciclo muy largo.
Las exportaciones totales en 1990 fueron US$ 3.280 millones. Dos décadas después, en 2012 eran US$ 45.639 millones, es decir catorce veces más.
Las exportaciones de minerales en 1990 eran US$ 1.480 millones, poco menos de la mitad del total. En 2012 habían crecido a US$ 25.921, es decir, se habían multiplicado por dieciocho y eran poco más de la mitad del total.
Ahora las cosas están cambiando. Esta semana el Banco Central de Reserva redujo su pronóstico para el superávit comercial del 2013 de US$ 2.900 millones a US$ 800 millones. Y el próximo año se estima que habrá déficit.
No tenemos una crisis a la vuelta de la esquina, hay US$ 67.000 millones en reservas, pero el futuro viene complicado.
Conga en el peor momento
Los conflictos en la minería han obstaculizado el desarrollo de varios proyectos, pero el que marcó un hito fue el de Conga en Cajamarca. Entre noviembre de 2011 y julio de 2012 las protestas dirigidas por grupos antimineros paralizaron el que era el más grande proyecto de inversión de la historia del país.
La tremenda ineptitud del gobierno de Ollanta Humala en el manejo del conflicto fue, por supuesto, parte fundamental del problema.
Y ocurrió en el peor momento imaginable, cuando asomaba la crisis internacional con la consecuente caída en la demanda y los precios.
El daño que ha causado al Perú la paralización de Conga es inconmensurable, porque liquidó por mucho tiempo un proyecto minero que hubiera entrado en producción el próximo año y habría contribuido a aumentar las exportaciones y proporcionar las divisas que necesitamos ahora.
En las actuales condiciones, Conga ya no se desarrollará porque no es rentable para la empresa.
Pero además, la paralización fue un pésimo ejemplo que incentivó a otros grupos antimineros en el resto del país a tratar de bloquear, casi siempre con éxito, otros proyectos mineros.
Esto y la cantidad de trabas burocráticas y demoras que ha introducido el gobierno, están haciendo del Perú un país cada vez menos atractivo para las inversiones, en momentos en que las empresas están retrayéndose en todo el mundo.
De hecho, en Cajamarca, dos grandes proyectos mineros que estaban en etapas preliminares, Michiquillay y Galeno, ya despidieron al 90% de sus trabajadores y esperarán mejores tiempos.
La paralización de esos tres proyectos mineros está golpeando la economía de Cajamarca, departamento que recibió 2.900 millones de soles por canon minero entre 2003 y 2011. Los próximos años el canon se reducirá a su mínima expresión.
El asunto es que esos 2.900 millones fueron mal utilizados, derrochados o robados por responsabilidad de los políticos y autoridades regionales y locales. En el futuro probablemente la pobreza volverá a aumentar en Cajamarca.
Pero al igual que Cajamarca, los sucesivos gobiernos en el país no han aprovechado la bonanza para hacer las reformas necesarias en el Estado, en salud, educación, seguridad y tantas otras que se requieren.
Peor aún, ahora Humala pretende embarcarnos en una aventura peligrosa y cuyo fracaso ya ha experimentado el Perú, como la compra de Repsol.
Malas señales en muy mal momento.