Tenemos una crisis de seguridad ciudadana

En artículo publicado en el diario Correo y que reproducimos a continuación el ex Premier y ministro de Economía Pedro Pablo Kuczynski alerta sobre la crisis de seguridad ciudadana acentuada en gran medida por la droga, en la que está entrando nuestro país, que se refleja en la tasa de homicidios que se ha triplicado respecto del 2001 y propone la firma de un Pacto Ciudadano por la Seguridad.

El Perú poco a poco, casi subrepticiamente, está entrando en una crisis de seguridad ciudadana. La señal más clara es la tasa de homicidios: a principios de esta década, en el año 2001, estábamos en 5 homicidios por año por cada 100,000 habitantes, una tasa comparable con la de Estados Unidos, pero hoy estamos más cerca de 15 por 100,000, un nivel inaceptable. Claro, hay que tener cuidado con las cifras, pues posiblemente hoy se reporten más homicidios que quizás se escondían hace diez años.

Pero no hay duda de que hubo un gran cambio alrededor de 2005, cuando el relativo éxito del «Plan Colombia», apoyado por Estados Unidos para desalojar al cultivo de la coca de ese país, hizo que los cárteles colombianos y mexicanos buscaran nuevas fuentes en el Perú.

Allí empezaron a proliferar los asesinatos en nuestro país, a la vez que el cultivo en Colombia volvía a crecer después de una pausa. En todo esto nadie ha ganado.

Generalmente uno no sabe que está en crisis hasta que de repente se percibe que estalla. Si bien nuestras cifras de homicidios están muy por debajo de las de Brasil y Venezuela, e incluso de las de la propia Colombia, se puede afirmar que ya estamos en una crisis de seguridad, con ciudadanos crecientemente alarmados y preocupados. Y eso sin contar el matadero por accidentes en nuestras carreteras.

¿Qué hacer? No hay una sola solución, y el conjunto de medidas no es fácil. Tenemos que ir pensando en un Pacto Ciudadano por la Seguridad. Algunos de sus elementos:

1. Reforma integral de la Policía. Hoy tiene unos 95,000 efectivos, de los cuales unos 25 a 30 mil son administrativos y los otros 70 mil son operativos. Estos últimos trabajan 24 horas sí y 24 no. El resultado es que en un determinado día hay sólo 35,000 policías en la calle en un país de casi 30 millones de habitantes, una relación de uno por 850 habitantes, cifra totalmente insuficiente.

La letanía de problemas sigue: los policías están mal pagados, la calidad de la inteligencia se ha venido deteriorando y el equipamiento, sobre todo en comunicaciones, es deficiente.

Para que una reforma de la Policía sea exitosa debe ser previamente estudiada y consultada, lo que tomará un año o más y en medio de un año electoral será difícil mantener la objetividad. Y debemos saber de dónde saldrá la plata que sin duda se necesitará.

2. Serenazgo. En los distritos más prósperos el serenazgo municipal está dando buenos resultados, pero estos distritos son los menos necesitados.

Tenemos que buscar un sistema para que el serenazgo se extienda a los grandes distritos populosos, en los cuales el crimen prospera y la presencia policial escasea. La comunicación entre la Policía y el serenazgo es esencial. La seguridad vía el serenazgo debe encontrar nuevos recursos como por ejemplo los impuestos prediales.

3. La droga va a seguir creciendo mientras no empujemos más vigorosamente un programa integral de prevención y control, enfatizando las grandes zonas de cultivo y procesamiento de la coca y la amapola: VRAE, Monzón, Huallaga, San Gabán y la serranía de Piura. Lo que más se necesita es infraestructura (caminos, luz, agua, colegios).

Una idea que tiene un número creciente de adherentes es la legalización internacional de la droga. Pero esa idea no tiene ninguna posibilidad de ser aprobada internacionalmente por muchos años, irrespectivamente de sus méritos o desméritos.

En el Perú la región San Martín ha demostrado que se puede actuar exitosamente contra la droga con programas productivos. Estudiemos ese ejemplo y propaguémoslo en otras zonas. Pero mientras tanto, estemos plenamente conscientes de que ya estamos en una crisis de seguridad, en gran medida acentuada por la droga.