Un violador con inmunidad
“Walter escúchame, no es del espíritu santo”. “Ya, ya mamita… sí te he tocado… lo vamos a solucionar… yo no estoy diciendo que no hubo penetración… pero mañana mismo hay que buscar… (una clínica para abortar)”.
Ese desagradable diálogo de un violador reconociéndole a su víctima que la ha penetrado no se da en los bajos fondos del hampa o en un penal entre una agraviada y un presidiario. No, esa es la conversación entre una abogada –exasesora del Congreso– y un parlamentario.