Sobre el caso Obregón
Desde 2002 sabía que Nancy Obregón era mucho más que una campesina que sembraba coca. De hecho, muchos de los cultivadores ya desde entonces tenían pozas de maceración en las que producían droga.
Desde 2002 sabía que Nancy Obregón era mucho más que una campesina que sembraba coca. De hecho, muchos de los cultivadores ya desde entonces tenían pozas de maceración en las que producían droga.
Cuando la semana pasada se preguntó al presidente sobre el proceso penal abierto a la ex congresista nacionalista Nancy Obregón, él señaló: “[El caso] nos preocupa seriamente”. Hace bien en preocuparse el señor Humala. Para empezar, porque no todos los días una ex integrante de su bancada (que, según la misma Obregón, fue invitada personalmente por él y su esposa a formar parte del nacionalismo) es acusada de cargos tan graves y con evidencia tan contundente.
Y no solo Nancy Obregón estaría implicada. También debería investigarse a la ex parlamentaria andina Elsa Malpartida, quien también está comprendida en la investigación judicial contra Obregón.
Las ex parlamentarias y dirigentes cocaleras Nancy Obregón y Elsa Malpartida podrían ser investigadas en el Congreso. Los legisladores apristas y fujimoristas han pedido formar una comisión investigadora de las vinculaciones que tienen ambas en el aparato estatal, para determinar el grado de penetración de las actividades ilícitas de narcotráfico y terrorismo de las procesadas en el poder político.
Cuando Nancy Obregón fue congresista de Gana Perú, integró la Comisión de Defensa y Orden Interno del Parlamento, cuya misión es supervisar los gastos y financiamientos de las Fuerzas Armadas y de sus servicios de inteligencia. El asesor de Nancy Obregón durante esa época fue Ricardo Soberón, quien posteriormente fue nombrado jefe de Devida, apenas se instauró el gobierno de Ollanta Humala.
Se les advirtió que no podían ponerse de espaldas al país, pero con una soberbia tan grande como su ceguera, siguieron adelante. La malhadada elección se cayó en pocas horas. La indignación de la gente, expresada en las redes y en los medios, amenazaba con volverse rebelión. Tuvieron que recular y quedar en ridículo. Alentador saber que tenemos ciudadanía que reacciona; alarmante que no tengamos partidos para representarnos.
Tiene bien claro quiénes son los grandes perdedores y quiénes son los ganadores de esta fallida repartija de candidatos a la Defensoría del Pueblo, el Tribunal Constitucional (TC) y el Banco Central de Reserva (BCR) que se realizó en el Congreso. Para Carlos Basombrío esta elección ya tiene “certificado de defunción” y no hay forma de resucitar al muerto.
Ollanta Humala y Nadine Heredia le dieron luz verde a la repartija, con sus socios toledistas y los opositores fujimoristas y pepecistas. La opinión pública le puso luz roja a esa inmunda componenda y –al momento de escribir estas líneas– casi todos parecen haber reculado en su propósito de elegir un Tribunal Constitucional (TC) y Defensoría del Pueblo (DP) impresentables.
La indignación y la movilización ciudadanas contra la componenda parlamentaria para la elección de seis miembros del Tribunal Constitucional (TC) y la Defensora del Pueblo, fueron decisivas para el fracaso de este pacto antidemocrático. Fue una respuesta rápida, audaz, principista y amplia. Al mismo tiempo, es inédita por su origen y composición, una construcción ciudadana vertiginosa y muy representativa, con una alta participación de los jóvenes, tan resuelta como la pretensión misma de las bancadas parlamentarias de decidir contra nosotros en nombre de nosotros.
Ante el anuncio de la comisión especial del Congreso, que fue la mano que operó para concretar la infame repartija congresal, quedaba claro para todo el país que había el intento de asaltar el Tribunal Constitucional y la Defensoría del Pueblo a través de representantes partidarios que en su mayoría eran unos impresentables.