Un km de chalina
Aprendí a tejer de las manos de mi madre cuando tenía siete años. Lo primero que me enseñó fue a poner los puntos en el palito, de una manera rarísima, que luego en el colegio imitaban mis amigas porque el método de mi mamá era más rápido que el de la profesora. Lo primero que se aprende es lo más fácil: reveses y derechos en una chalina. Ese fue mi primer tejido: una chalina azul. Era horrible, estaba mal tejida, llena de errores y horrores, enganchados, puntos falsos, pero la terminé y le puse sus flecos al final y daba la vuelta al cuello. Y aprendí.