En un aparente acto de venganza por el reciente decomiso de 105 toneladas de marihuana por el Ejército mexicano, un grupo de hombres armados asesinó a 13 drogadictos en un centro de rehabilitación en la ciudad fronteriza de Tijuana en México.
El ataque contra el centro de rehabilitación ocurrió la noche del domingo y se suma a la masacre ocurrida el día anterior en Ciudad Juárez, otra localidad fronteriza con Estados Unidos, donde un comando irrumpió en una fiesta de cumpleaños y asesinó a 14 personas.
El procurador de Baja California, estado al que pertenece Tijuana, Rommel Moreno, dijo que se mantienen abiertas dos líneas de investigación: la primera, que se trataría de una represalia por el mayor decomiso de marihuana empaquetada y, la otra, una disputa entre bandas de venta de drogas al menudeo.
Melquiades Hernández, de 52 años, encargado del centro de rehabilitación de Tijuana, declaró a las autoridades que él estaba en uno de los dormitorios con nueve internos cuando escuchó los disparos. Todos se tiraron al piso y solo salieron hasta que terminaron las detonaciones.
Un paciente de la institución, que pidió ser identificado solamente como Jesús, informó que otros enfermos le dijeron que hombres armados obligaron a las víctimas a echarse al suelo y les dispararon.
El presidente Felipe Calderón consideró hace dos semanas que Tijuana era un ejemplo de éxito de la estrategia gubernamental contra el narcotráfico y como muestra refirió que los homicidios habían ido a la baja desde el 2008, cuando habían alcanzado el nivel más alto.
Desde entonces, grupos del narcotráfico han reanudado algunas actividades violentas no vistas por meses, al decapitar rivales y colgar cuerpos en puentes. Tijuana es considerada el bastión del cártel de los hermanos Arellano Félix, la mayoría de los cuales están detenidos o han muerto en los últimos años.
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