Una ola de simpatía y solidaridad con la Procuradora Antidrogas han despertado las recientes amenazas y ataques en su contra.
Sobre lo primero, la policía ha incrementado su seguridad en tanto que el Ministerio Público ha iniciado una investigación para identificar a la persona o personas que la están amenazando de muerte.
De acuerdo con la versión de la procuradora, las amenazas parecerían provenir de Róger Poémape Chávez, al que la Procuraduría considera un narcotraficante y lavador de dinero ilícito y a quien se le han reabierto dos procesos judiciales por acción de Medina.
Los ataques también provienen de la familia Sánchez Paredes, investigada por narcotráfico y lavado de activos, una de cuyas empresas publicó hace poco un comunicado ofensivo contra Medina acusándola, curiosamente, de no haber hecho nada durante el proceso que se les sigue por supuesto lavado de activos procedente del narcotráfico.
Se sabe que estas reacciones son gajes del oficio de quienes se ponen al frente de la sociedad contra el delito. Sin embargo, en el caso de Sonia Medina, es una alerta que no debe ser desatendida tomando en consideración los temas que tiene entre manos.