Es sabido que nuestro país es altamente sísmico debido a la colisión de las placas de Nazca y Sudamericana, proceso que da origen a un gran número de sismos de variada magnitud con epicentros en el mar, frente a la línea de costa. Como resultado de este proceso, el borde occidental del continente soporta una continua deformación con la consecuente formación de la cordillera de los Andes y la presencia de fisuras en la corteza, las que se denominan comúnmente fallas geológicas. Estas fallas generan sismos que ocurren cerca de la superficie y que producen daños en áreas reducidas.
El pasado sábado 25 y domingo 26 de julio, la Red Sísmica Nacional administrada por el Instituto Geofísico del Perú (IGP) registró en las cercanías de la localidad de Tarata (Tacna) hasta 7 sismos con magnitudes del orden de M4.2, eventos que alertaron a la población. Estos sismos tuvieron su origen en la reactivación temporal de una de las trazas del sistema de fallas de Incapuquio, que, en conjunto, se encuentra presente en la zona de sierra de las regiones de Tacna y Moquegua. Durante este periodo, se registraron además cerca de 350 réplicas con magnitudes menores a M3.0 que dieron lugar a una pequeña área de deformación entre el volcán Purupuruni y la localidad de Tarata.
En nuestro país existe un gran número de fallas geológicas que experimentan procesos de deformación con la consecuente ocurrencia de sismos importantes. Dentro de las más representativas podemos mencionar la falla de Tambomachay en Cusco, la de Huambo-Cabanaconde e Ichupampa en Arequipa, la falla de Huaytapallana en Junín, Moyobamba-Rioja en San Martín, Quiches y Cordillera Blanca en Ancash. Todas estas fallas han generado sismos con magnitudes menores a M6.5 que produjeron daños importantes en las ciudades cercanas debido a que sus hipocentros se localizaron a muy poca profundidad. Lo que diferencia la actividad sísmica de fallas con los sismos que ocurren frente a la costa, es que estos últimos ocurren a mayor profundidad e involucran un área de ruptura más grande; por ello, llegan a tener elevadas magnitudes.
Independientemente donde ocurran los sismos, estos no son los que causan desastres en áreas urbanas. Los sismos simplemente sacuden los suelos con mayor o menor intensidad. El desastre se produce porque las viviendas no soportan los niveles de sacudimiento del suelo debido a que fueron construidas con materiales inadecuados o sobre suelos no compactos. En esta línea, considerando que las áreas urbanas ya se encuentran construidas, la única manera de reducir el riesgo es que la población adquiera una cultura de prevención, la cual se forja con la participación activa en los simulacros y con la aprehensión del conocimiento del peligro por sismo en el Perú generado por el IGP. Así, seguimos haciendo “Ciencia para protegernos, Ciencia para avanzar”.
Fuente: IGP