El Mercado Saludable de La Molina acaba de cumplir su primer año de actividad semanal. Silvia Wú Guin es la mujer que está encargada de organizar y convocar a los «bioferiantes». Pero su historia con los productos ecológicos no tiene solo un año. Lo suyo se remonta a casi toda una vida.
Su nombramiento como presidenta de la feria Mercado Saludable de La Molina no sorprendió a nadie. Ella era la indicada para dirigir este proyecto, como ya lo había hecho antes de manera infatigable con otros similares. Porque Silvia, además de haber estudiado administración de agronegocios, y de haber tenido la dirección ejecutiva de la Red de Agricultura Ecológica (RAE Perú) durante varios años, es una convencida de los beneficios de lo orgánico en nuestra salud.
¿Cómo nace tu vinculación hacia lo orgánico?
Por una inquietud personal. Los contaminantes, preservantes y saborizantes me afectan y tengo alergias muy feas. Hace 13 años fui una de las fundadoras de la BioFeria de Miraflores. ¡No dormimos durante un año¡ Con diez mil dólares que vinieron de Holanda (gestión del Centro IDEAS) en seis meses se logró su sostenibilidad. Pero el día de la inauguración ¡el alcalde llegó para botarnos! Hicimos padrones de firmas y nos fuimos quedando.
¿Y cómo surge la idea de abrir la bioferia de La Molina?
Todos los que son parte del Mercado Saludable de La Molina formaban antes la bioferia de Surco. La nueva gestión de la Municipalidad de Surco no nos quiso renovar el convenio y los «bioferiantes», que eran más de 70 personas se quedaron en el aire. Una señora tuvo pena de nuestros lloriqueos vía Facebook y nos contactó con Juan Carlos Zurek, que acababa de ser elegido alcalde de La Molina. Esa misma tarde ya teniamos hora de entrevista con una funcionaria.
¿Y luego?
Estas ferias tardan como nueve meses en resultar. En este caso, como las voluntades estaban tan comprometidas, ¡salió en tres semanas! Me gustaría que se conociera este convenio como el modelo que debiera seguirse, porque la municipalidad no tuvo mezquindad en cedernos lo que yo considero el mejor espacio del distrito para una feria ecológica. El trámite del convenio está en proceso, pero estamos respaldados por una carta de compromiso oficial que dice que podemos funcionar. Tenemos 55 stands y siempre se acercan personas interesadas en formar parte. No podemos aceptar a todos porque lo que prima es que haya variedad. Si ya tenemos lácteos y alguien más quiere venderlos, ya no podemos. Necesitamos nuevas propuestas.
¿Qué variedad de productos tienen?
Hay hortalizas, hierbas aromáticas, tubérculos, raíces, menestras, cereales andinos, granos, mieles y derivados lácteos de cabra y vaca. Hay alternativas al azúcar y aceites de oliva, sacha inchi, castaña y ajonjolí. Además, pan alemán hecho con ingredientes peruanos y Aguamantra, la única agua mineral en el mundo que tiene litio.
¿Cuáles son los planes futuros?
¡Permanecer en el tiempo! Nuestro premio sería que surgiera en otros lugares dentro de La Molina. Un problema grave de las bioferias es que no duran. Las municipalidades dicen ser ecológicas, pero eso no se trata solo del ornato. Lo elemental es una buena alimentación.
¿Por qué persistes en este emprendimiento?
No tenía ninguna obligación de sacar adelante este mercado, pero era tal mi zozobra de que la gente se quedara en el aire, que conseguí un lugar. Además, ¡quiero tener un lugar dónde comprar ecológico con garantía! Mi interés principal fue ese, porque creo que la alimentación es vital para mantener la salud.
Comprometida
Silvia Wú Guin cree que es vital saber de dónde provienen nuestros alimentos y que las municipalidades deben fomentar estos mercados.