Sendero entre maestros

El Sindicato Único de Trabajadores de la Educación en el Perú (SUTEP) anuncia que adoptará medidas para evitar la infiltración en el magisterio de personas que enarbolan una ideología de violencia, en respuesta a la huelga que lleva a cabo en algunas regiones del centro y sur del país desde el 20 de junio el autodenominado Comité Nacional de Reconstrucción del Sutep (CONARE), uno de los grupos de fachada de Sendero Luminoso.

¿Qué quiere reconstruir el senderismo en el magisterio? Desde hace años los sectores democráticos han cuestionado en la dirección del SUTEP la falta de democracia interna y el copamiento de su dirección por un partido político. Este debate que forma parte de la vida interna de cada colectivo sindical se ha convertido, sin embargo, en una coartada de Sendero Luminoso preocupado principalmente en la libertad de los cabecillas terroristas, especialmente Abimael Guzmán, y en echar a andar su proyecto de amnistía e impunidad.

La plataforma de la huelga del CONARE incluye el pedido de libertad de Guzmán. Luego de las denuncias en los últimos días, los líderes de esta facción han abandonado esta demanda pero han dejado otras que expresan su empobrecida visión de la educación y del país. Piden un aumento de 3 mil soles para todos los trabajadores de la educación, el pago del 30% por la preparación de clases, el nombramiento de todos los profesores contratados sin examen previo, la derogatoria de la Ley de Carrera Pública Magisterial (CPM) y la reinserción laboral de centenares de profesores que cumplieron condena por terrorismo.

Esta plataforma expresa el populismo más extremo y sintetiza el sentido del activismo de Sendero Luminoso y cualquiera de sus fachadas entre un grupo tan numeroso de trabajadores públicos. Sin embargo, debe reconocerse que esta facción, el grupo opositor más fuerte a la actual dirigencia del SUTEP, ha podido avanzar entre los maestros por las condiciones a su favor, la principal de ellas la resistencia del SUTEP a respaldar las reformas para incrementar la calidad y la meritocracia en el profesorado, especialmente la CPM, y la falta de una estrategia contra el oscurantismo y fanatismo desde la democracia, incluida la interna.

Es loable que la dirección del SUTEP se proponga combatir a Sendero Luminoso y seguro en ese esfuerzo será respaldado por la gran mayoría de maestros peruanos, principalmente la decisión de realizar un congreso estatutario y aprobar un código de ética. Quizás también deba responderse desde la democracia gremial al pedido senderista de elecciones universales para elegir a la dirección sindical. Sin embargo, la principal obligación de impedir la infiltración senderista en la educación la tiene el Estado a través del Ministerio de Educación y sus direcciones regionales.

Sobre este cometido se ha informado poco más allá de las generalidades. Entre los riesgos de la presencia senderista en los colegios a través de los profesores no se encuentra la libertad de conciencia a la que toda persona tiene derecho, sino el negacionismo que se ejerce frente a las jóvenes generaciones sobre la violencia terrorista que este grupo desató por más de 20 años y la santificación de sus líderes. Desde la otra vertiente, es el resultado de la resistencia a desplegar en las aulas un proyecto de memoria por la paz contra el terror, en el que sí han tenido éxito otros países que han padecido la violencia.