La respuesta es un rotundo sí. Veamos cómo ocurrió esto. Primero fue el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru que, hasta comienzos de la década de los ’90, controlaba -a excepción de Tocache- a toda la región San Martín. Aquí tenemos que reconocer el trabajo del Ejército Peruano que logró desarticular completamente a este grupo. La Policía Nacional hizo lo propio. Con la captura de Artemio liquidó a Sendero Luminoso en el Huallaga. Durante tres décadas ambos grupos terroristas, más el narcotráfico, habían ocasionado la muerte de quince mil peruanos.
Varios factores confluyeron para conseguir esta hazaña. En primer lugar, a diferencia de lo que ocurrió en el VRAEM, la policía nunca abandonó las operaciones antisubversivas. Conocía el perfil y el radio de operaciones de cada terrorista. Así, en el 2004, capturaron a dos mandos importantes (Marcelo y Verit). Posteriormente, en febrero del 2006, cayó abatido Clay, personaje recordado por sus asesinatos con sevicia.
En segundo lugar, las continuas operaciones contra el narcotráfico, especialmente en la frontera con la región San Martín, (interdicción de laboratorios y erradicación de coca) mantuvieron permanentemente a la defensiva al grupo terrorista. El apoyo (voluntario o bajo amenaza) con el que contaba el senderismo en el campo se fue debilitando cada día debido a que las acciones de erradicación avanzaban y los terroristas no podían impedirlo como años atrás había ocurrido en innumerables veces. Vale decir, los defensores (armados) de la coca y del narcotráfico ya no eran tan eficaces.
En tercer lugar, las oportunidades económicas ofrecidas por los programas de desarrollo alternativo y el mejoramiento de la infraestructura vial (asfaltado de la carretera Federico Basadre y Fernando Belaunde) permitieron recuperar grandes territorios y a campesinos que estaban secuestrados por el narcotráfico. El Alto Huallaga se conectó con facilidad a la capital y al mundo a través de su cacao y su café.
En cuarto lugar, y tal vez lo más importante, se formó el Frente Policial Huallaga, integrado, inicialmente, por personal con mucha experiencia en el combate antisubversivo. La estrategia fue simple y letal: utilizando la inteligencia operativa y electrónica fueron cazando uno por uno a los terroristas. Es así que en la emboscada en Cerro Azul (Aucayacu, 27 de noviembre del 2007), abaten al mando militar Mario Epifanio Espíritu Acosta (C) JL y capturan a Atilio Richard Cahuana (C) Julián, que servía de enlace con el Comité Central de SL (Abimael Guzmán y Elena Iparraguirre).
Un año después, el 18 de mayo del 2008, muere el sucesor de JL, identificado como Juan Laguna Domínguez, (C) Piero. El 20 de mayo del 2010 la policía se enfrenta con una columna terrorista y abate a su líder, identificado como Víctor Raúl Vásquez Cruz, (C) Rubén. En el 2011 fueron capturados los terroristas identificados como Mono e Izula y, finalmente, la captura de Artemio (febrero del 2012).
Ahora bien, ¿es posible que los terroristas sueltos se recompongan en algún momento? No lo creo. En todo caso, necesitarían una dirección política que los conduzca y eso, por ahora, parece muy difícil. ¿Y si los terroristas del VRAEM amplían su radio de operaciones al Huallaga? Ya lo intentaron varias veces y han fracasado. Precisamente por ello la policía debe seguir muy alerta y asegurarse que los gastos de inteligencia se usen para ese fin y no se queden en el camino.
En este nuevo escenario, la tarea principal del nuevo jefe del Frente Policial Huallaga, general PNP Máximo Sánchez Padilla, es evitar el retorno de las firmas del narcotráfico al Monzón, a Aucayacu, a Pumahuasi y a Huamuco. La información de campo nos dice que, después de la erradicación en Pichis Palcazu, nuevamente se están reagrupando en el Alto Huallaga y están generando una fuerte demanda de la narcococa y de la pasta básica.