Río+20: el síndrome del somos buenos, los otros trabajando la agenda de nosotros

La Cumbre de la Tierra Río+20 tiene dos ejes temáticos, la economía verde, y la erradicación de la pobreza y el marco institucional para el desarrollo sostenible. Su objetivo de renovar el –frío– compromiso político de la comunidad internacional con un desarrollo sostenible – que ya no es posible, porque hemos rebasado la capacidad de nuestro planeta de recuperarse, por lo tanto ya no la podremos heredar a nuestros hijos en las mismas condiciones -; evaluar los avances – casi catastróficos -, así como los –incumplimientos – de los compromisos desde la Cumbre de la Tierra, en 1992, – que ha sido prácticamente una constante -. Donde coincidieron en que esta es una oportunidad histórica para impulsar un acuerdo mundial que frene la degradación ambiental del planeta y combata la pobreza; – presentándose presidentes de naciones como la nuestra, poco coherentes entre el discurso y la acción-.

Esta cumbre me recuerda lo que pasa con los partidos de izquierda y derecha, unos pocos cohesionados en un solo objetivo, el de conservar el modelo económico que les aumenta la riqueza; y los numerosos que no logran llegar a consensos ni definir una meta, dividiéndose en marchas, foros, conversatorios, manifestaciones, pronunciamientos que prácticamente dicen lo mismo y no llegan a tener impacto por esa enorme dispersión. Seguirán cada uno por su lado quejándose de las decisiones que toman los otros e intentando resolver los problemas de la humanidad. Pues en esta cumbre las naciones son los de la derecha y la izquierda los activistas y colectivos de ONGs, pueblos indígenas, sindicalistas, iglesias, etc. Con un alto costo por contaminación y uso de energía en nombre de la sostenibilidad.

Me gustaron las palabras, casi poéticas, de la presidenta de Brasil quien sostuvo que por sus manos están las decisiones políticas que afectan el crecimiento económico, inclusión social y la protección del medio ambiente; mencionando que esta conferencia debe generar compromisos firmes. Que los países deben ser ambiciosos. – En lo único que fue sincera es en la última oración, ambición que sus propios compatriotas rechazan en enormes manifestaciones, ambición que la lleva a desarrollar acuerdos energéticos con países como el Perú, sin medir las consecuencias socioambientales -.

El Presidente Humala consideró que en los últimos años hubo un error en entender el desarrollo sin inclusión social ni sostenibilidad, – le faltó añadir en los últimos meses, días y horas este error se continúa dando dentro de su propio gobierno, ocasionando incluso 14 muertos -; haciendo mención que se buscará el desarrollo nacional sin hipotecar el futuro ni la calidad de vida de futuras generaciones, protegiendo la riqueza cultural y mejorando el desempeño con estándares ambientales; propuso además una nueva relación con las actividades extractivas, en especial la minería. – Sin embargo le faltó mencionar que todo esto solo se puede conseguir llevando adelante procesos participativos de ordenamiento territorial sobe la base de la zonificación ecológica económica, pero como le trae problemas al modelo actual, esta herramienta está siendo cada vez más golpeada por los mismos que alguna vez dijeron que sería el eje de su gobierno; cómo creerle cuando la realidad se manifiesta contraria -.

Por el otro lado, tenemos al ministro del Ambiente, que en un momento de lucidez consideró que será difícil que las 193 naciones que participan en la cumbre Río+20 logren acuerdos para un cambio de modelo económico que permita un desarrollo sostenible con inclusión social y menor impacto ambiental, – entonces por qué tanto esfuerzo y gasto -. Lo rescatable es que reconoce que es necesario iniciar un proceso que defina los objetivos de desarrollo sostenible, ese cada vez más lejano, que complementarían a los objetivos de desarrollo del milenio que vence el 2015, esta es una gran oportunidad para definir indicadores que se ajusten a la realidad de la cuenca andino amazónica, pero debe de hacerse desde adentro a través de un proceso legítimo.

La participación oficial ocurre del 20 al 22 de junio; sin embargo desde hace más de una semana miles de personas representando a diversas organizaciones hemos estado participando en eventos paralelos que buscaban por lo menos tener algo de incidencia en los acuerdos que van a ser suscritos. Sin embargo me embarga la sensación de que estas cumbres globales no sirven para nada, mucho ruido y pocas nueces, es imposible que los países, cada vez más egoístas, consigan acuerdos en bienestar de la humanidad. Sin embargo vemos a la gran mayoría con la ilusión y exigencia de que en 72 horas logren el FUTURO que QUEREMOS, – que quieren quiénes, porque lo que aquí está pasando no es el futuro que yo quiero, los otros nunca nos consultaron a nosotros y en 72 horas no van a resolver lo que no pudieron, ni quisieron hacer en 20 años -.

Hablar de desarrollo sostenible es ahora más utópico, solo nos queda adaptarnos a los cambios, cada vez más drásticos e intensos, con un enfoque de desarrollo territorial, con más urgencia en la amazonía andina, prácticamente ausente en las discusiones. Ollanta Humala inauguró una bonita exposición de montañas, haciendo alusión que son las más afectadas por el cambio climático, – faltó mencionar la afectación de las actividades mineras en cabeceras de cuenca, de las hidroeléctricas, o de las carreteras que se quieren construir sin planificación, sin enfoque territorial y sin consulta -. No se habla de la necesidad de acciones urgentes de la conservación de este bioma para el planeta. Se continúa con un estilo colonizador, repitiendo los mismos errores, donde unos pocos intentan construir la hoja de ruta y los compromisos en el nombre de una gran mayoría; pero esta gran mayoría, totalmente desarticulada, no logra generar incidencia. Seguimos creando dependencia, vemos a los demás como los pobrecitos, los otros se creen buenos brindándonos religión, educación, salud, organización. Los otros son los que nos ponen la agenda a nosotros. No se han logrado cumplir los objetivos de desarrollo del milenio en la amazonía de nuestros países y gracias a Dios porque éstos son una imposición de un modelo que no mide la realidad. Estamos de acuerdo con que no haya hambre, ni pobreza, pero no en base a la dependencia sino a la soberanía alimentaria y productiva, no podemos permitir que los otros nos impongan a nosotros lo que queremos como nuestro desarrollo.

Hay muchos vacíos y retos que debemos de afrontar conjuntamente, conceptos como pobreza que no debe referirse solo al factor monetario; el acceso al agua por obras de saneamiento y no por la calidad y cantidad, y que el resultado numérico en educación, salud importe más que la calidad.

La queja no es mi mejor característica, soy una mujer de fe y creo que los cambios son posibles, cada vez con mayor convicción de que no podemos seguir esperando que éstos se generen desde las naciones, desde los gobiernos, los cambios los debemos generar nosotros, desde adentro, los seres humanos de a pie que aman la vida debemos hacernos un solo cuerpo para defenderla con todas nuestras fuerzas, comuneros que luchan por agua de calidad, usuarios del bosque que manejan de manera responsable y recíproca los recursos naturales, madres de familia convencidas de darles a nuestros hijos un mundo mejor, cada uno de nosotros que sabemos que el planeta es nuestra única casa y que la única posibilidad de sobrevivir es actuando con ética, siendo parte de ella y cuidándola.