En este contexto cabe preguntarse cuáles son las verdaderas razones de un proceso de revocatoria. Se puede encontrar explicaciones en la relación que se establece entre la autoridad electa y la ciudadanía.
Y es que ganar la elección no garantiza una buena gestión. A veces las autoridades se quedan con la percepción del escenario político y social del triunfo y olvidan que esa situación cambia cuando se gobierna: empiezan las demandas de la comunidad y se intensifican las expectativas.
Desde los diferentes niveles gubernamentales no se planifica ni prioriza el accionar de gestión que se puede realizar. La falta de conexión entre las autoridades y las demandas de la población genera el descontento ciudadano, pero la salida no siempre puede ser revocar a la autoridad.
La revocatoria se ha convertido en una herramienta de acoso político y de intolerancia ciudadana que debilita no solo a la gestión, sino a la práctica de la participación ciudadana en los gobiernos locales.