Cuarenta años de experiencia estudiando ballenas, delfines y lobos marinos en todo el mundo, amén de un Ph. D. en Ciencias por la Universidad de Tokio, lo califican de sobra para ayudar a explicar la muerte de delfines y lobos marinos en la costa norte del Perú (CARETAS 2228). El doctor Robert Brownell fue convocado por Imarpe junto a otros especialistas de talla mundial, en el marco del taller Fortalecimiento de las Capacidades en la Atención de Varamientos de Mamíferos Marinos, realizado del 19 al 22 de marzo en el auditorio Dr. Jorge Sánchez Romero de dicha entidad.
Bisturí en mano y sin enervarse, el doctor Brownell explicó el delicado procedimiento de la necropsia. “Nos imaginamos médicos forenses de CSI y abrimos el cuerpo para analizar tejidos y órganos. El análisis de los pulmones, corazón, hipocampo, placenta y cerebro permitirán determinar si la muerte se debe a toxinas paralíticas (como la saxitocina), lipofílicas (como los diéteres acídicos) o amnésicas (como el ácido domoico), todas de origen natural”, refiere.
Según Brownell, como en todo diagnóstico, la necropsia no será suficiente si no va acompañada de un estudio de las condiciones en que fue hallado el cuerpo (clima, estado del mar), así como de un análisis de laboratorio para verificar la presencia de metales pesados (como el cobre, plomo y cadmio), bacterias (Brucella y Leptospira) o morbillivirus.
La alarma por muerte de delfines empezó a sonar el verano pasado, cuando aparecieron 877 cuerpos varados entre Illescas (Piura) y Chérrepe (La Libertad). Entonces se sospechó de muertes por causas virales. Tras estudiar el caso, Imarpe emitió un informe final en el que descartaba cualquier intervención humana “al menos en forma directa” y alegó que más bien se trataba de un evento fortuito, producto de causas naturales (Mortandad de Delfines en el Litoral de la Costa Norte, febrero a abril del 2012. Informe Final. Imarpe, mayo del 2012). No obstante, en enero de este año volvieron a aparecer decenas de delfines y lobos marinos muertos en las playas de Pimentel y San José, en Chiclayo.
“Si la verdadera causa de estas muertes fuese un patógeno, podríamos diseñar vacunas para administrárselas en su propio hábitat”, señala Brownell, hoy investigador principal del Centro de Ciencias Pesqueras de la Costa Oeste de Estados Unidos- NOAA (National Oceanographic and Atmospheric Administration). Según el experto, la muerte de delfines y lobos marinos por enfermedad suele ser un fenómeno común a nivel mundial, incluso en Estados Unidos.
“En el Golfo de California se ha hallado casos de enfermedades infecciosas en delfines por morbillivirus y biotoxinas naturales procedentes de algas. Si tomamos en cuenta que el mar de California es similar al del Perú, no sería raro que se trate de los mismos microorganismos patógenos”, afirma. Según el científico, el Perú cuenta con la infraestructura necesaria como para implementar un plan de acción que permita reducir el número de muertes y, con ello, futuros desastres ecológicos. (Orlando Bardales Nogueira)
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