Las tierras que ocupan los pueblos indígenas amazónicos, pese al modelo extractivista que se desarrolla, tienen un alto potencial para generar bienes que la población necesita. Los bosques producen servicios ecosistémicos como el agua, las semillas, la medicina, entre otros recursos, sin necesidad de destruirlos o agotarlos si sabemos cómo aprovecharlos sin poner en riesgo su permanencia para las futuras generaciones.
Está demostrado científicamente que los pueblos originarios de la Amazonía constituyen fronteras vivientes para controlar la deforestación y que sus prácticas de supervivencia son compatibles con la conservación de la naturaleza, se informó a INFOREGIÓN.
Pese a ello, sus saberes tradicionales y sus acciones que contribuyen a regular el clima de todo el planeta, no han sido tomados en cuenta como se debería por los Estados que componen la cuenca amazónica. Según datos proporcionados por WWF Perú la pérdida de coberturas boscosas en la Amazonía peruana alcanzó el 2017 las 150 mil hectáreas anuales.
Oportunidad mediante REDD+ Indígena Amazónico
En el 2014 se echó a andar la primera estrategia indígena de lucha contra el cambio climático “REDD+ Indígena Amazónico (RIA)”, en la Reserva Comunal Amarakaeri, un territorio de 402,335.96 hectáreas en manos de diez comunidades harakbuts, yines y machiguengas de la provincia del Manu, en Madre de Dios.
Se trata de un área piloto elegida por las organizaciones indígenas del Perú y el resto de la cuenca amazónica sudamericana, ubicada en una región de una biodiversidad y belleza paisajística extraordinarias que ha sido ocupada por lo menos desde hace cinco mil años por harakbuts y otros pueblos originarios.
En esa reserva, la Coica, la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), el Consejo Harakbut, Yine y Machiguenga (Coharyima), WWF Perú y otras organizaciones de la sociedad civil y el Estado, han venido sumando esfuerzos para fortalecer la Vida Plena de las comunidades indígenas con el propósito de que éstas puedan contribuir a frenar la crisis climática, a través de estrategias acordes a la cosmovisión, derechos y propuestas de los pueblos indígenas.
Son estas comunidades, finalmente, aliadas fundamentales en la tarea de reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI) derivados de la presión extractivista sobre sus territorios, ya que más del treinta por ciento de toda la Amazonía, corresponde a tierras indígenas. Por ello, en el Perú, se espera integrar al mecanismo REDD+ Indígena Amazónico (RIA) dos millones doscientos mil hectáreas de tierras en propiedad de los pueblos indígenas amazónicos.
“Los bosques de los territorios indígenas son conservados gracias sus medios de vida tradicionales y a su gobernanza territorial, sin embargo, muchas tierras aún están desprotegidas por falta de titulación y reconocimiento. Por otro lado, los pueblos indígenas y las comunidades locales tienen un rol sumamente importante frente al cambio climático: son gestores de los bosques que quedan en el mundo, pero son también especialmente vulnerables. La propuesta RIA busca consolidar los territorios de manera política y técnica, de manera que estos espacios no sean destruidos por la deforestación y los grandes proyectos o las obras de infraestructura”, dijo Alonso Córdova, director de la oficina WWF en Madre de Dios.
El proyecto RIA se lleva a cabo en la Reserva Comunal Amarakari, área natural co-gestionada por sus habitantes y el Estado peruano, es la prueba de que es posible escuchar la voz de los indígenas. El trabajo multi-actor que se realiza en la Reserva Comunal Amarakaeri ha contado con el apoyo financiero de un fondo de BMU IKI (Ministerior del Ambiente de Alemania) y WWF, contribuyendo de esta forma a una iniciativa que será tomado como modelo en otros países sudamericanos para impulsar procesos similares.