«Es importante que los peruanos, y los limeños en particular, conozcan el Parque de las Leyendas desde una perspectiva distinta al habitual. En la memoria colectiva de los peruanos, y limeños en especial, este espacio está fuertemente posicionado como un espacio de recreación y esparcimiento, de reencuentro familiar. La publicación tiene la finalidad de demostrarle al lector que este gran espacio (…) forma parte de la historia cultural de Lima. Forma parte del patrimonio histórico de la ciudad».
Así se expresó el exdirector del Patronato del Parque de las Leyendas, Wilfredo Pérez Ruiz, al comentar su libro «Parque de las Leyendas». Añadió que «esta publicación es un homenaje a todos quienes hicieron posible una de las obras más emblemáticas de la ciudad de Lima y es también un reconocimiento al trabajo que se ha venido desarrollando durante tantos años para que Lima tenga un parque zoológico, arqueológico y botánico acorde a las necesidades y demandas sociales de la población».
En el libro, el autor detalla varios componentes históricos en dicho espacio que muchos ignoramos: desde la bolichera que obsequió Luis Banchero, pasando por las piedras de la antigua cárcel de Lima, el Panóptico, o el bambú, que ahora puebla la zona selva del parque, que fue trasladado de cuando se construía la Vía Expresa en los años 60s. «He querido destacar en la publicación cómo recorrer el parque es una forma de conocer la historia de la ciudad, y es una forma de entender el Perú», declaró Pérez a INFOREGIÓN.
Un punto que destaca el autor es el protagonismo que tuvieron algunos personajes, «cuyos nombres merecen ser siempre recordados». Agregó que «existieron cuatro que tuvieron una participación muy intensa en el proceso previo a la creación formal del Parque de las Leyendas en 1964». Citó al por entonces presidente de la República, Fernando Belaúnde; y su edecán de aquel entonces, Enrique Barreto. Recordó a Felipe Benavides, quien por entonces era presidente del Patronato de Parques Nacionales y Zonales (Parnaz); así como a Violeta Correa, que por entonces era secretaria del jefe de Estado. Otros personajes capitales fueron los arquitectos Ernesto Gastelumendi y Robert Everly.
El aporte de Felipe Benavides
Pérez recordó que Benavides venía laborando desde fines de los años 50 con organismos nacionales e internacionales para crear un gran parque zoológico en Lima. Consideró que «fue el gran iniciador de la propuesta» y divulgó una serie de proyectos y publicaciones al respecto. Añadió que Benavides consideraba que los parques zoológicos no solo cumplen un fin recreacional, sino que también son espacios para fomentar la conservación de la vida silvestre, para desarrollar investigaciones y para dar a conocer la biodiversidad.
Recordó que Benavides fue nombrado presidente del parque en dos oportunidades. Un período fue desde 1964 hasta finales de los años 60; mientras que su siguiente gestión se dio desde 1982, durante el segundo mandato de Fernando Belaúnde hasta semanas antes de su muerte, cuando fue destituido del cargo durante la gestión presidencial de Alberto Fujimori. En su primer periodo tuvo la misión de levantar el parque; mientras que en el segundo, fue rescatarlo de la «situación de catástrofe» en que lo encontró. Pérez destacó «el liderazgo y empeño» que Benavides tuvo a favor de este espacio.
Pérez comentó que se trata de un trabajo que se gestó desde hace varios años. Recordó que el 2004, a propósito de la edición de una revista de la Sociedad Zoológica del Perú por el aniversario del Parque de las Leyendas, escribió un artículo denominado «Las leyendas de Felipe Benavides», que fue la base de lo redactado en esta publicación. Allí relata el proceso histórico de constitución del Parque de las Leyendas, tema del que no se tenía una bibliografía publicada.
Pérez refirió que ese artículo sirvió de base para ampliar las investigaciones sobre los entretelones que acaecieron en la gestación del Parque de las Leyendas. Y en vista que no existían libros sobre el tema tuvo que acudir a las notas periodísticas para recoger información. Al trabajar en su libro corroboró que no existe «ningún material documentado, serio, que explique los entretelones de la enorme trascendencia que ha tenido la historia de esta institución. Eso fue lo que fundamentalmente me animó».
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