«La caminata de casi un millar de indígenas en rechazo a la construcción de una carretera por una reserva del Amazonas pone en tela de juicio la vocación de «defensor de la Madre Tierra» de Evo Morales y abre un frente de conflicto con un sector que, siendo minoritario, es el símbolo de mayor peso dentro del electorado que llevó al poder al primer presidente aimara», así lo señala la periodista Mabel Azcui, desde Cochabamba, en un artículo publicado en el diario El País de España.
La marcha, iniciada el lunes, salió ayer de Trinidad, capital del departamento de Beni, y tiene previsto recorrer los 500 kilómetros hasta La Paz, la capital administrativa de Bolivia, donde los participantes quieren reunirse con Morales. En su actual diseño, la carretera, que une Cochabamba y Beni y ha sido adjudicada a una empresa brasileña, atraviesa el corazón del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), habitado por unas 15.000 personas de las etnias chimane, yuracaré y moxeños.
El lugar alberga una gran riqueza de flora y fauna aún no estudiada; se trata de una región de densos bosques, ubicada en las estribaciones de la cordillera andina y origen de corrientes hídricas que alimentan los ríos de la cuenca del Amazonas.
La carretera, dice el Gobierno, es esencial para la integración del país. Pero se da la circunstancia de que la nueva Constitución, impulsada por el Gobierno, obliga a consultar con los pueblos indígenas cualquier proyecto que les afecte. Los líderes del TIPNIS han expresado su temor a que la carretera abra la vía a una invasión de campesinos cocaleros del Chapare, base política del presidente Morales. De hecho, los colonizadores están provocando una intensa deforestación para cultivar hoja de coca en otras áreas de esta región, rica en biodiversidad, donde ya se han asentado unos 50 sindicatos de cocaleros.
Las autoridades locales han expresado su preocupación ante el aumento de áreas de cultivo de cocales en el país, tras las operaciones policiales que han destruido cientos de laboratorios de cocaína, que ahora se incauta no ya por kilos, sino por centenares de kilos.
«No entendemos por qué [Evo Morales] se olvidó tan rápido de nosotros y nos da la espalda», declaró ayer el presidente de la Asamblea de los Pueblos Guaraní (APG), Celso Padilla. «No entendemos que el Estado plurinacional nos hable de derechos cuando nuestros derechos están siendo vulnerados por el mismo Gobierno que elegimos». Padilla completó el lunes, junto a centenares de indígenas yuracaré, moxos, chimane, chiquitanos, guaraní y aimara, los primeros 20 kilómetros de la marcha. Los caminantes, a los que se sumarán al menos otros 5.000, esperan llegar en unos 30 días a La Paz para pedir al presidente Morales, proclamado también líder indígena de los pueblos originarios de la región oriental, un nuevo diseño vial que no pase por el parque nacional.
Morales, que acaba de regresar de China, anunció ayer que no dialogará con los representantes indígenas sobre la carretera y les acusó de negarse a conversar con sus ministros. La protesta, añadió, es una «acción política» azuzada por algunas organizaciones no gubernamentales y «a lo mejor, como siempre, por Usaid», dijo, en alusión a la agencia estadounidense de desarrollo, que se encuentra bajo amenaza de expulsión.
«Lo que se pueda atender se atenderá, pero hay temas que son políticas de Estado», expresó Morales, lo que se considera un indicio de que mantendrá el trazo de la carretera, pese a que los indígenas de la región amazónica creen que será un verdadero atentado contra la Pachamama (Madre Tierra), a la que el propio Morales ha asignado derechos en una larga cruzada internacional que le ha valido el título de «Héroe de la Madre Tierra», que le otorgó la ONU.
El presidente afronta además el descontento de importantes grupos sociales de El Alto y de Potosí -que concentraron el 80% de votos a su favor-, donde se han realizado paros y manifestaciones por varias demandas insatisfechas.
FUENTE: http://ir.pe/4lj2