En julio de 1995 ocurrió un suceso histórico en el Perú, y no estaba relacionado con algún evento político tradicional, un logro deportivo o un escándalo en el mundo del espectáculo. El suceso tiene que ver con algo que pocas veces se ha repetido en el país: un pueblo entero se levantó contra sus autoridades locales y el mismo Ejército para defender a un árbol. El movimiento social ocurrió en el distrito de Huancapi, provincia de Víctor Fajardo (Ayacucho). El alcalde y sus regidores habían aprobado remodelar la plaza, construir una plataforma de cemento y talar el árbol central, un cedro de más de trecientos años.
El pueblo se opuso, pero el alcalde quiso concluir lo que ya había iniciado. Por ello, el viernes 21 de julio de dicho año, cerca de las 6 de la tarde, un hombre subió al cedro con una motosierra para empezar a cortar las ramas de este gran vegetal, pero los huancapinos se congregaron de inmediato en la plaza, alarmados por las campanas del templo, y se enfrentaron a miembros del Ejército e impidieron a la fuerza que el árbol, que conocieron hace varias generaciones, sea talado. El cedro, que hasta hoy se mantiene en pie, es un árbol que resalta no solo por su tamaño, sino también porque pese a los años que tiene, se mantiene vigoroso y fuerte, elevándose hacia el cielo y por ello es conocido como “El bastón de San Luis”, patrón del distrito.
La importancia de este árbol radica además en que es parte de la historia del lugar porque se erige incluso desde antes de la fundación del pueblo. Las características de este cedro de Huancapi, que por esta defensa fue denominada “Ciudad Ecológica del Mundo” en la reunión Internacional de Preservación de la Ecología en 1995 en Suecia, encajan muy bien en el concepto de “árbol monumental”, una denominación que se da a algunos ejemplares excepcionales que existen en diversos rincones del país.
¿Qué es un árbol monumental?
Según el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), un árbol monumental es aquel que destaca “por su longevidad, gran tamaño, belleza, originalidad en sus formas, su vinculación con el paisaje o su importancia cultural, histórica, científica o educativa”. Al igual que el cedro de Huancapi, otros árboles que reúnen estas características son, por ejemplo, el “Algarrobo Rey”, un árbol de más de 500 años que se encuentra en el distrito de Tambogrande (Piura) y que desde el año pasado forma parte de un circuito turístico. Otro ejemplar es el Molle Centenario de Estuquiña ubicado en el centro poblado Los Ángeles, ciudad de Moquegua, considerado además el “Primer árbol monumental del país”.
Según Alfredo Gálvez, abogado del Programa de Biodiversidad y Pueblos Indígenas de la SPDA, los árboles monumentales representan una “gran oportunidad para promover la conservación a nivel local e incentivar un turismo arbóreo único en el Perú”.
“A lo largo del tiempo ha existido una suerte de conexión espiritual y sentimental entre las poblaciones de la costa, sierra y selva, con muchos lugares y rasgos de la naturaleza que, por lo general, son espacios que a veces no cuentan con protección alguna ni reconocimiento por parte del Estado para su puesta en valor y una adecuada gestión. Entre ellos se encuentran los árboles monumentales, que pueden llegar a tener centenares de años, como testigos vivientes de nuestra historia”, explicó el especialista.
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