Es común levantarnos de la cama y mirar el cielo. Lo primero que observamos es la presencia o ausencia de nubes. A partir de ello, determinamos si el día será frío o caluroso. En estos días que estamos emocionados por la llegada del rover Perseverance a Marte, nos preguntamos cómo será el cielo de ese planeta rojo, pero también necesitamos saber cómo es nuestra atmósfera terrestre. Este espacio está constituido por gases y el vapor de agua es uno de ellos. Aunque se encuentra en cantidades muy pequeñas y es muy variable de un lugar a otro, el vapor de agua es suficiente para generar las nubes que vemos en nuestro cielo.
Las nubes tienen efecto importante en nuestras vidas debido a que, junto a los otros gases de invernadero, se encargan del balance energético global y regulan el clima de nuestro planeta. Dependiendo de la altura de su tope y tipo, las nubes pueden reflejar hasta el 30 % de radiación solar, lo que hace que la temperatura durante el día sea más fresca. Las nubes también absorben y emiten la radiación proveniente del suelo y la atmósfera. Con ello la temperatura durante la noche es menos fría. Por eso, en la sierra, una noche nublada es menos fría. Este proceso es conocido como efecto invernadero, gracias al cual la temperatura promedio de la Tierra es 15 grados centígrados.
Las nubes son importantes en el ciclo del agua porque contienen gran cantidad de agua que precipitarán en determinadas condiciones. Estas masas están formadas por millones de diminutas gotas de agua, que se mantienen suspendidas debido a su escaso peso. Para llover, una gota de agua de nube requiere aumentar su tamaño cien veces. Con ello, romperá la gravedad y se precipitará. Vemos muchas nubes, de diferentes formas y tamaños, pero no todas generan lluvias.
Un factor importante para la formación de nubes, además de la humedad, son los aerosoles. Estas diminutas partículas existen en la atmósfera de manera natural, provenientes de los volcanes, océanos, desiertos, etcétera. Las actividades humanas contribuyen también a la formación de aerosoles y gases de efecto invernadero. Algunos aerosoles son núcleos de condensación, sobre su superficie se condensa el vapor de agua y se forma la gota de agua; otros, por el contrario, inhiben la formación de gotas de agua y con ello la formación de nubes.
En el contexto actual de cambio climático, generado por la actividad humana, es importante reflexionar sobre el rol que cumplen las nubes en nuestras vidas, y cómo nuestras actividades pueden afectar su formación, generar un desbalance energético y afectar el ciclo del agua. Por ello, en el IGP estudiamos la estructura y los procesos de formación y desarrollo de nubes e integrarlo con el conocimiento de los aerosoles usando diversos instrumentos y modelos. Se trata de hacer «Ciencia para protegernos, ciencia para avanzar».
Fuente: IGP