Que la desinformación no se convierta en pandemia

LIMA. En los últimos meses, hemos sido testigos de la difusión de rumores y versiones de un sector de la prensa local cuyo propósito es promover la desinformación en un periodo tan crítico como el generado por la emergencia sanitaria del Covid-19. Estas ‘noticias’ –basadas en especulaciones o falsedades, y presentadas sin una base documental que las sustente– han sido desmentidas de manera reiterada y rotunda por fuentes calificadas. Compartimos el comunicado de la comunidad docente de la facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

  • Sin embargo, la ola de desinformación ha continuado y se ha extendido a las redes sociales. El resultado es un clima de incertidumbre en la ciudadanía. Un grupo mediático y determinados actores políticos a los que se ofrece tribuna están empeñados en sembrar desconfianza sobre el proceso de vacunación masiva iniciado para frenar la pandemia.
  • Esta maniobra se torna más peligrosa dado que se trama en el contexto de un proceso electoral decisivo para el futuro político del país. Por eso, la desinformación –propalada por programas televisivos y personajes mediáticos con intereses ajenos al periodismo– provoca nuestra más profunda preocupación, crítica y rechazo.
Beto Ortíz publicó los resultados preliminares de Sinopharm antes de ser estudiados. (Foto: Fotocaptura Willax)
  • La labor del periodismo debe orientarse por criterios éticos que pongan el bien común, la salud, la vida y la protección de los derechos de las personas por encima de cualquier interés particular, más aún en coyunturas de emergencia sanitaria como la que el país enfrenta. El acceso a información veraz es un derecho público y garantizar la veracidad de los contenidos que se difunden es una obligación ética y profesional de los periodistas y los medios en los que laboran.
  • El periodismo utiliza fuentes confiables, contrasta las versiones, toma distancia de los actores en disputa, busca equilibrio e indaga en los descargos. Por el contrario, los procedimientos de ‘reportería’ y los contenidos de algunos programas, empeñados en denigrar trayectorias y crear sospechas sin fundamento, son similares a los operativos de demolición, los psicosociales y la calumnia mediática tan en boga en la última década del siglo pasado.
  • La plana docente de la Especialidad de Periodismo, con el respaldo de las autoridades y los colegas de la Facultad de Ciencias y Artes de la Comunicación de la Pontificia Universidad Católica de Perú, desea expresar su enérgico rechazo a estas prácticas.
  • Invocamos a otras facultades de comunicación y escuelas de periodismo, a los gremios de periodistas, a los comunicadores sociales en general, al Consejo de la Prensa Peruana, a la Asociación Nacional de Anunciantes del Perú y a la comunidad académica a pronunciarse en igual sentido.
  • No podemos permanecer indiferentes frente a campañas que buscan presentar como “hechos” o “verdades” lo que en realidad son invenciones, falsedades (o datos manipulados y presentados fuera de contexto). Nos parece claro que estos infundios se difunden con tres propósitos: provocar confusión e inseguridad en la opinión pública, desestabilizar el proceso de transición democrática y dar crédito a grupos de interés que intentan lucrar con la situación de emergencia y crisis que atraviesa el país.

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