Puno: Cultivo de café está amenazado por el avance de la coca

Juan baja la voz para introducir un agobiado paréntesis en su discurso optimista sobre lo que pasará con los cafetaleros en el valle de la provincia de Sandia, en la selva arrinconada de Puno. “Yo no me quiero ir del café. ¿Qué podemos hacer con tanto daño?”, le susurra a uno de los funcionarios municipales del distrito de Putina Punco que se ha acercado a su chacra.

Durante media hora, Juan contaba lo que ha pasado desde el 2013 con estos campos empinados de hasta 1.700 metros de altura de donde sale el mejor café orgánico del país y uno de los mejores del mundo, como el Tunki. La gran mayoría de los más de siete mil agricultores de esta zona fue abatida por la roya amarilla, la plaga que ataca la hoja de los cafetales y que deja expuesto al fruto, el cual finalmente es quemado por el sol.

La crisis se cuenta en cifras: de 89 mil quintales de café en el 2012, se obtuvieron solo 11 mil en el 2014, según la central de cooperativas cafetaleras de Sandia, Cecovasa.

Paralelo a este problema, el espacio cocalero –hoja que va directo al narcotráfico ante la falta de Enaco, entidad estatal que compra el cultivo– seguía fuerte en este valle cafetalero.

La coca apareció en el 2008 y, junto a los informes de las Naciones Unidas en que se señala que el espacio se ha mantenido en 3.500 hectáreas, un estudio de la organización Wildlife Conservation Society (WCS) informa que la degradación, deforestación y cambio de uso de las tierras en este valle ha aumentado del 2011 al 2013 en 3.369 hectáreas. El café no necesita deforestación. La coca sí.

MEDIDAS EXTREMAS

Un día de abril del 2013, luego de la época de lluvia, Alexander se acercó a sus cafetales en el sector Miraflores, en Putina Punco. Un color amarillo, nuevo en su planta, lo sorprendió. Pasaron los días y las hojas caían solas.

“Los técnicos de Cecovasa llegaron con dificultad porque no hay una vía buena hasta aquí”, dice. Alexander, con hijos en el colegio, con préstamos en el banco, se quedó sin nada. Alrededor, la coca impune crecía sin plagas.

“Tengo una hectárea de café y de los 80 quintales que me daba, el año pasado me rindió 5”, dice como justificando que ahora tenga un cuarto de hectárea de coca. “Ocho arrobas de coca nos dan 400 soles tres veces al año”, saca cuentas y mira su café que en esta temporada de nuevo ha empezado a secarse.

Juan lo interrumpe para hacer otro paréntesis. “Hay cafetaleros que no han podido más, otros seguimos resistiendo. Yo tenía seis hectáreas y ahora solo tres. Senasa vino a fines de año y atendió con fumigación media hectárea. La planta se sigue muriendo”, dice en voz alta.

“Aquí lo que necesitamos es la renovación de la planta”, reclama el alcalde de Putina Punco, Yony Yujra. Él afirma que existe un proyecto con Devida, la entidad rectora de la lucha contra el narcotráfico, para mejorar este problema con variedades resistentes a la roya, pero que por el presupuesto no alcanzará a todos los afectados.

El jefe de Devida en Puno, Wilmer Heredia, confirma que son la única entidad estatal que actúa en la zona. “Agricultura es un ente normativo y no tiene presupuesto para proyectos productivos”, comenta.

Fue el Ministerio de Agricultura el que declaró en emergencia a 11 regiones en octubre pasado por la roya, entre ellas Puno. Sin embargo, Yujra y los cafetaleros señalan que solo han llegado con fumigación en una zona donde además existen cultivos de café agroecológicos (El Comercio).