Con una población en el planeta de 9.000 millones de habitantes en 2050, la seguridad alimentaria implicará una necesidad de agua del doble que en la actualidad, si no se logran ecosistemas sanos y bien gestionados, según un informe de la ONU publicado el lunes.
«Actualmente 1.600 millones de personas viven en zonas ya afectadas por la penuria de agua y podríamos llegar rápidamente a los 2.000 millones si nada cambia», subraya este informe realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), con la colaboración del Instituto Internacional de Gestión del Agua (IWMI, por sus siglas en inglés).
«Si se mantienen las mismas prácticas agrícolas, la urbanización creciente y los regímenes alimentarios actuales, la cantidad de agua necesaria para la agricultura, en términos de evapotranspiración potencial, que es actualmente de 7.130 kilómetros cúbicos de agua, aumentaría entre un 70 y un 90% para alimentar a 9.000 millones de personas de ahora al 2050», advirtió el documento publicado con motivo de la inauguración de la Semana Mundial del Agua que se celebra en Estocolmo.
Ya en la actualidad, numerosas regiones de fuerte producción agroalimentaria, como las llanuras del norte de China, el Punyab en India o el Gran Oeste estadounidense, han llegado a una situación de límite físico de sus recursos de agua o están a punto de alcanzarlo.
Sin olvidar los efectos del calentamiento climático, que amenaza con acentuar los problemas de las sequías y de inundaciones que, sólo en África, pueden reducir la producción agrícola entre un 15 y un 30% de ahora al final de este siglo.
La solución propuesta por el PNUMA pasa por cambios en el sistema actual: «Hay que pasar de sistemas de producción alimentaria a ‘agroecosistemas’ que ofrecen una mayor variedad de servicios, según el informe.
La puesta en práctica de políticas comunes entre ecología y agricultura permitirá a la vez aumentar la productividad agrícola, preservar los recursos naturales como el agua y proteger los diferentes ecosistemas.
Ello permitiría, además, una mejor adaptación de los cultivos a las nuevas condiciones climáticas, la mejora de las técnicas de riego, la conservación de las zonas húmedas y la creación de pequeñas cuencas de retención en los países cálidos para ayudar a los pequeños productores agrícolas, que son mayoría en los países en desarrollo, a superar los periodos de escasas precipitaciones.
La plantación de árboles permitirá no solamente luchar contra los gases de efecto invernadero, sino también favorecer la alimentación de las capas freáticas y luchar contra la desecación de los territorios.
Otra de las recomendaciones del informe es el desarrollo de sinergias entre la agricultura, la ganadería, la pesca y la horticultura, que deberían impedir el comprometer los recursos acuíferos.
Una mejor coordinación entre los gobiernos, agricultores, poblaciones locales y expertos debería también permitir establecer un equilibrio entre las necesidades de la economía y las del medio ambiente, sin olvidar la mejora del futuro para las poblaciones más pobres.
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