Una de las alternativas para combatir el cultivo de la hoja de coca, especialmente en la Amazonía, es la producción de palma aceitera. William Aylas Egoavil, palmicultor y presidente del directorio de Oleaginosas Amazónicas S.A. (Olamsa), dejó su natal Jauja en Junín y llegó hasta el distrito de Campo Verde en Ucayali para aprender todo acerca de la producción de palma aceitera.
«Hace 19 años que inicié en la producción de palma aceitera mediante el programa de Naciones Unidas que nos ofrecían asesoría técnica. Con el tiempo nos fuimos perfeccionando y nos asociamos», comentó.
Señala que en 1998 formó la Comercializadora Olamsa, contaban con 252 accionistas; hoy en día la empresa está constituida por más de 700 palmicultores que se dedican solo a la producción de aceite comestible. Actualmente existen alrededor de 56 mil hectáreas de palma aceitera, siendo las regiones de San Martín, Loreto, Ucayali, Amazonas y Cusco las que más producen.
Una de las ventajas de dedicarse a este cultivo es que se puede obtener dos subproductos atractivos en los mercados: el aceite puro de palma y el palmaste. Del primer producto se tiene desde 16 a 24% de extracción por hectárea y 3,5% en el caso del palmaste, insumo especial que sirve para la elaboración de aceites especiales utilizados por la industria cosmética.
A las ventajas mencionadas se suma el interés de los inversionistas, por lo que la palma aceitera representa para la producción de biocombustibles o biodiesel.
José Alberto Muro, director general de la Dirección de Competitividad Agraria del Ministerio de Agricultura (Minag), refirió que en el mejor de los casos la producción podría llegar a las 24 toneladas (TM) por hectárea, con lo cual los ingresos de los pequeños agricultores podrían llegar a más de US$ 1.800 por hectárea.
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