La República. El Perú avanza con Alan García. Hoy día somos los primeros exportadores de cocaína del mundo y, según algunas cifras, también los primeros productores.
La presentación de los reportes de la UNODC (Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito) en Lima y Bogotá el martes pasado ha suscitado las iras del presidente Alan García y otros funcionarios.
La UNODC de Bogotá afirmó “que Perú ya sobrepasó a Colombia como el mayor productor mundial de hoja de coca”. Las autoridades peruanas trataron de refutar esa versión con alambicadas explicaciones sobre si la hoja de coca se seca al sol o en hornos, cuál tiene más humedad y cuál pesa más.
Sin embargo, el diario El Comercio lo reportó así: “Perú se convirtió en el primer productor mundial de hoja de coca” (página web, 22.6.10). Y el diario oficialista Correo también lo consignó: “Perú, primer productor mundial de hoja de coca” (23.6.10, p. 3). Al margen de la discusión por el dudoso honor de producir más coca, lo que está fuera de discusión es que el Perú es el primer exportador mundial de cocaína.
Y que mientras Colombia ha hecho extraordinarios progresos en los últimos años, durante el gobierno de Alan García las cosas han marchado de mal en peor.
Primer exportador
Colombia está exportando aproximadamente 207 toneladas métricas de cocaína al año y el Perú 313 toneladas, 50% más que nuestros vecinos. La diferencia sustancial está en los decomisos de la droga.
Mientras que la policía colombiana incautó el año pasado 203 toneladas de cocaína, su par peruana decomisó solamente 10 toneladas, un 34% menos que el año anterior. Y veinte veces menos que nuestros vecinos.
El jefe de la policía colombiana, Oscar Naranjo, precisó hace algunas semanas que el “verdadero drama y el verdadero problema” del Perú es que sus autoridades sólo sacan del mercado una pequeña cantidad de droga.
En cambio nosotros, dijo Naranjo, “nos hemos incautado de más del 50 por ciento de la droga que produce Colombia, versus unos índices muy bajos de incautación en otros países”, en obvia referencia al Perú.
En la última década, Colombia ha aumentado 400% sus decomisos de cocaína, mientras que en el Perú han decaído.
Deterioro sin pausa
Por donde se le mire, la situación en el Perú se está deteriorando aceleradamente. El informe de UNODC constata que por cuarto año consecutivo ha aumentado el número de hectáreas sembradas de coca, que hoy llegan a 60,000. Esto es 55% más que hace una década.
Hay experiencias exitosas, como la de San Martín, donde casi se ha erradicado toda la coca ilegal y el desarrollo alternativo ha funcionado muy bien con plantaciones de cacao y otras. Pero mientras que allí se avanza, la coca ilegal prolifera en otras regiones.
La explicación es sencilla. La cooperación internacional, básicamente la ayuda norteamericana, está concentrada en San Martín. Allí se ha erradicado persistentemente la coca ilegal y se han aplicado los programas de desarrollo alternativo gracias a la ayuda exterior.
Pero los montos de cooperación internacional son exiguos y se están reduciendo paulatinamente. Y el gobierno peruano no pone nada de su parte. La consecuencia es el crecimiento persistente del narcotráfico, con sus secuelas de corrupción y violencia.
No es casualidad que los dos únicos grupos armados de Sendero Luminoso que siguen actuando estén en las principales zonas producción de coca y de narcotráfico, el Alto Huallaga y el VRAE. En realidad, esos senderistas son básicamente sicarios del narcotráfico.
Intervención extranjera
Los izquierdistas se desgañitan vociferando sobre la intervención norteamericana para combatir el narcotráfico y gritan contra las inexistentes bases estadounidenses en el Perú.
En realidad, lo que les molesta es que pueda ocurrir lo mismo que en Colombia, donde la ayuda norteamericana y la firme decisión del presidente Álvaro Uribe y sus antecesores han llevado a una constante disminución del narcotráfico en ese país en la última década. Y a la decadencia de las FARC.
Pero deberían estar tranquilos. Eso no va a ocurrir. No va a haber un “plan Perú” como hubo un “plan Colombia”. Los motivos son claros.
Primero, el tema de las drogas es cada vez menos importante en los Estados Unidos. Segundo, Colombia les interesaba especialmente porque alrededor del 90% de la cocaína que se consume en EE.UU. proviene de ese país.
La cocaína peruana va principalmente a Europa, Rusia, Asia y Sudamérica. Y para ninguno de ellos ese es un asunto prioritario.
En conclusión, la lucha contra el narcotráfico –la principal amenaza a la seguridad del país– depende básicamente de lo que haga el gobierno peruano. Pero como al presidente García no le interesa en lo más mínimo, va a seguir creciendo.
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