Las prácticas de quema en el manejo de residuos agrícolas en la habilitación de cultivos y la renovación estacional de pastizales usualmente ejercen un importante rol en la ocurrencia de incendios en los Andes peruanos. Siendo agosto y noviembre, los meses de más alta ocurrencia.
La problemática se agrava cuando un manejo inadecuado del fuego se realiza en periodos de sequía (al referirnos a lluvias en niveles muy por debajo de lo normal por un periodo prolongado). Este es el caso de 2005, 2010 y 2016, en el cual los incendios se incrementaron (400 %). Esto ocurre debido a que los incendios empiezan fácilmente en vegetación seca (combustible) y se expanden aún más fácilmente.
Otro factor que condiciona la ocurrencia de incendios es el cambio de uso de suelo en la expansión de cultivos o áreas urbanas. Un claro ejemplo es lo observado en la Amazonía brasileña durante los incendios forestales del 2019.
En el marco de colaboración entre el Instituto Geofísico del Perú (IGP) y la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco, una reciente investigación sugiere que un factor que incidió en el incremento de incendios en 2020 fue la pandemia Covid-19. De hecho, la falta de empleo en la ciudad habría condicionado el retorno parcial de la población a actividades agrícolas, en consecuencia, un incremento en la limpieza agrícola y quemas habría sido también un factor para el incremento de incendios forestales en 2020.
En la medida que la temporada de lluvias 2022-2023 tarde en llegar íntegramente a los Andes, el riesgo de incendios estará latente, por ello se exhorta a la población a evitar el uso inadecuado del fuego. En ese camino el IGP sigue haciendo “Ciencia para protegernos, Ciencia para avanzar”.