Por qué estamos así

La crítica situación que vive el país por la amenaza terrorista sobre el ducto que transporta el gas de Camisea, que produce el 40% de la electricidad del país y todo el GLP (gas licuado de petróleo), no parece encaminada a una pronta solución. El gobierno no da, hasta el momento, ninguna señal de que está en capacidad de resolver el problema.

Seis meses y nada

A principios de abril, hace más de seis meses, los terroristas de Sendero Luminoso del Vrae secuestraron a un grupo de trabajadores que dan mantenimiento del ducto de Camisea. En los días siguientes asesinaron a ocho militares y policías, derribaron un helicóptero y robaron armas, infligiendo una derrota humillante al gobierno y su “operación impecable”.

Medio año después la situación ha empeorado sustancialmente. El ataque al aeropuerto de Kiteni el 6 de octubre y la destrucción de tres helicópteros –cuatro meses después de una advertencia de los terroristas en el helipuerto de Pomoreni– ha traído como consecuencia que se suspendan las operaciones de mantenimiento del ducto que se realiza con helicópteros por lo accidentado del terreno.

A la fecha ya no hay naves civiles volando en la zona por el alto riesgo. El ducto ha quedado sin mantenimiento cuando empiezan las lluvias y el terreno se torna inestable. Las posibilidades de un accidente crecen. Las consecuencias serían similares a las de un atentado.

Lo peor de todo es que el gobierno sigue sin dar muestras de que está rectificando la equivocada estrategia diseñada y aplicada por las Fuerzas Armadas desde hace seis años que ha significado un rosario de derrotas y, lo peor de todo, la expansión de los senderistas a zonas donde antes no operaban.

No obstante, todavía se siguen repitiendo estupideces como que los gobiernos anteriores “liberaron terroristas y por eso ahora resurge Sendero”. Como si alguno de los senderistas que están allí hubiera salido de la cárcel para ir al Vrae.

Mientras no se parta del hecho contundente e irrefutable a estas alturas de que la estrategia militar ha sido un fracaso absoluto y que hay que cambiarla radicalmente, difícilmente se podrá rectificar los errores.

Las consecuencias

Muchos en el Perú se dan cuenta ahora de lo que significa Ollanta Humala en el gobierno. Lourdes Flores ha señalado que el Estado “es un desastre con Humala”. Ella precisa que “hay una enorme impericia y falta de liderazgo, hay inacción y pérdida de rumbo y falta de agenda”.

El analista Enrique Castillo señala que al gobierno “lo que le falta es capacidad para la acción (…) le falta actitud”, y añade que no tiene ideas ni recursos humanos. (Gestión, 19.10.12).

Carlos Basombrío ha recordado que hoy día el problema no es económico –hay más plata que nunca–sino de gestión de esos enormes recursos y, al igual que Castillo, critica que Humala y sus ministros sigan proponiendo más leyes para derrotar al terrorismo, como si ese fuera el problema. (Perú.21, 16.10.12).

Solo un botón de muestra de lo que está ocurriendo. El viernes La República informó que el comandante general del Ejército canceló los contratos para reparar los aviones Antonov que se utilizan para las operaciones en el Vrae. Ahora se convocará a un nuevo concurso. (Ángel Páez, 19.10.12). Cuando terminen este y otros procesos, podríamos estar alumbrándonos con velas, cocinando con leña y transportándonos en bicicleta o a caballo.

Si no pueden comprar lo indispensable con rapidez, eficiencia y honestidad, difícilmente podrán derrotar al terrorismo con la celeridad necesaria.

¿Sin cambios?

Es preocupante que las alternativas que se publicitan sean más de lo mismo. Como gran cosa se anuncian más bases en La Convención, cuando precisamente la estrategia militar fracasada en el Vrae ha sido la de pretender el control territorial con bases. Se requieren algunas, sin duda, pero eso no soluciona el problema.

Si no, que expliquen por qué los terroristas pudieron destruir los helicópteros en Kiteni con una base militar y otra policial a pocos cientos de metros.

Otros siguen repitiendo las consabidas tonterías del desarrollo y la inclusión social, como si eso tuviera alguna incidencia en esta guerra antiterrorista. Si tuviéramos un Estado eficiente, que no es el caso, esas políticas tendrían efecto en décadas, no en días, semanas o meses como se requiere.

Por último, el desorden con que conduce –o se entromete– Humala el área de Defensa contribuye al naufragio. El lunes se reunió con los comandantes generales de los institutos castrenses para redefinir los planes para el Vrae. Ignoró al ministro de Defensa y al jefe del Comando Conjunto, el almirante José Cueto, que es el encargado de dirigir las operaciones y que responde por lo que allí ocurre. (Perú.21, 16.10.12).

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