Este año se publicó, por parte del Gobierno (de Chile), la Estrategia Nacional Energética 2012-2030. Una política energética que se ha visto cuestionada por diversos conflictos y proyectos que preocupan a gran parte de la sociedad chilena.
Chile es un país altamente dependiente de la energía externa, con un gran porcentaje de importaciones de los distintos combustibles, petróleo, gas natural. Eso si pensamos, sólo, en una matriz energética convencional. Ya que en energías renovables no convencionales, Chile podría utilizar su capacidad de generar energía de manera más amigable con el medio ambiente, como la geotermia, la eólica o la solar. A parte, podría ser un país pionero en generar conocimiento exportable para otros países.
Desde el papel, la Estrategia Nacional Energética plantea la prioridad estatal de desarrollar energías limpias y sustentables situando los recursos hídricos como la prioridad. Además si un plan energético no contempla la conservación del medio ambiente, es una política energética del corto plazo. Ya que si no se cuidan los recursos se agotan.
Otro de los problemas es la poca diversificación que existe en la matriz energética, con una alta dependencia de la energía generada por las plantas hidroeléctricas, además del gas natural que sólo se importa desde Argentina. Ya ocurrió una vez que desde Argentina se cortó el suministro de gas lo que puso en evidencia la debilidad en cuestión energética de Chile. Otra de las aristas a tener en cuenta en la producción de energía es, aunque parezca contradictorio, el ahorro.
Si Chile es un país con falta de recursos energéticos, hay que ser eficiente. Las políticas en este ámbito, también tendrían que incluir aspectos de educación en el ahorro. Cuanto menos se gasta, menos se necesita. Aquí podemos sumar, la inequidad que existe respecto al consumo de energía.
Las regiones más extremas de Chile son las que mayor precio tienen que pagar por la energía. Una política energética, la de Chile, que en definitiva tiene que evaluar bien sus necesidades, diversificar su matriz energética y buscar la manera de ser menos dependiente del exterior con alternativas que sean convenientes, económica, social y medioambientalmente.
Todos estos puntos están considerados en la Estrategia Nacional de Energía. Aunque ahora el trabajo es pasar del papel a la acción (Julia Alsina/ El Nortero).