La República. Como presidente Alan García no ha hecho nada por mejorar la institucionalidad estatal. Como líder del Apra, tampoco se ha preocupado por su partido.
Muchos políticos “tradicionales” creían que la crisis de los partidos, que posibilitó el triunfo de Ricardo Belmont en Lima en 1989 y de Alberto Fujimori en 1990, sería pasajera.
En realidad no era así. El problema era mucho más profundo y no ha dejado de agudizarse en los últimos veinte años, hasta llegar a la calamitosa situación actual, en la que no existe ni un solo partido que merezca realmente esa denominación.
Estamos ante un escenario de absoluta fragmentación, sólo cuentan los caudillos y sus ambiciones, que por lo general son venales.
¿Es el Apra un partido?
Para algunos analistas, el Apra es lo que más se parece todavía a un partido político. Esa idea parecería reforzarse por el hecho de que, luego del derrumbe de la dictadura de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, el Apra quedó en segundo lugar en las elecciones del 2001 y ganó el 2006.
Pero es una impresión engañosa. Fue un caudillo, Alan García, el que hizo el milagro. Sin él, es seguro que el Apra no habría estado, ni de lejos, entre los principales competidores.
Hay que imaginar por un momento a los candidatos del Apra de la década del ´90, Abel Salinas y Mercedes Cabanillas, participando nuevamente en la década del 2000. O a Luis Alva Castro, Javier Velásquez Quesquén o César Zumaeta, para mencionar a algunos de los cabecillas actuales. No hay que ser clarividente para suponer que su desempeño electoral habría sido más que modesto.
Caerá como piedra
Sin embargo, no hay que suponer mucho. Ahora mismo, el candidato del partido de gobierno en Lima –región que concentra un tercio del electorado nacional– no tiene opción alguna y Alan García pugna por retirarlo.
En el caso de Carlos Roca, se trata de uno de los pocos políticos profesionales honestos que hay en el Perú. No se ha enriquecido, vive austeramente, se dedica a la política desde hace 40 años y siempre ha militado en el Apra. De nada le sirve.
Lo van a retirar o lo boicotearán en la campaña, porque el caudillo, García, cree que interfiere en sus planes personales, que son lo único que cuenta.
Lima sin delfín
Si eso ocurre con el Apra, el resto es mucho peor. Otro ejemplo flagrante es Luis Castañeda. El alcalde de Lima, que continúa con una aprobación a su gestión del 70% u 80%, no puede presentar un candidato en Lima.
Los motivos son similares a los del Apra. Estorbaría la candidatura del caudillo en las elecciones del 2011 –que es lo único que importa–; no hay segundo, ni delfín, ni sucesor en Solidaridad Nacional, porque si aparece uno, el caudillo lo decapita al instante; y si presentaran candidato perderían abrumadoramente porque Solidaridad Nacional no es realmente un partido, no tiene bases, ni adherentes, ni simpatizantes, ni ideología, ni nada. Es, como todos los demás, un grupo alrededor de un caudillo que atrae votos.
Los otros
Ninguno de los candidatos que aparecen hoy día en los primeros lugares de las encuestas de las presidenciales del 2011 presenta candidato en Lima. Ni Castañeda, ni Keiko Fujimori, ni Alejandro Toledo, ni Ollanta Humala. Sencillamente porque sus partidos no existen.
Y los partidos de los candidatos que hasta ahora disputan las elecciones en Lima, Lourdes Flores y Alex Kouri, no presentarán postulantes en las elecciones del 2011, porque se trata también de caudillos sin partido.
Es muy evidente en el caso de Kouri, que estuvo deambulando en busca de un vientre de alquiler, hasta que lo encontró, luego de tentar con varias opciones.
Pero también ocurre lo mismo con Lourdes Flores, que quiere creer que sigue teniendo un partido. En realidad, parece que es la única que cree en eso. La verdad es que es una lideresa que capta votos, como todos los demás.
Basta ver su bancada en el Congreso, para darse cuenta de que ese partido no existe más. Tampoco competirán en las presidenciales del 2011, porque sin Lourdes el PPC no existe. ¿O alguien cree que pueden postular a Raúl Castro, Juan Carlos Eguren o Xavier Barrón?
Dispersión nacional
Algunos políticos se ufanan de que sus partidos presentan a cientos o miles de candidatos para las elecciones regionales y municipales de octubre. Es falso, por supuesto. Lo que ha ocurrido es que partidos que tienen inscripción nacional han enrolado a líderes locales, muchas veces cobrándoles un peaje, y presentan la ficción que tienen una estructura nacional.
En suma, en el segundo quinquenio de García la descomposición y la fragmentación política han continuado a toda marcha. La culpa no la tiene García, por cierto, pero él no ha hecho nada por revertir la situación. Ni siquiera en su propio partido. No le conviene.
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