LIMA. Alrededor de 72 000 personas en Perú, de la cuales más de 20 000 serán niños, niñas y adolescentes, se verán obligadas a desplazarse cada año por amenazas súbitas vinculadas al cambio climático, como las lluvias que actualmente afectan el norte peruano y las zonas vulnerables de Lima, de acuerdo con un reciente estudio de Save the Children.
En las últimas décadas se ha incrementado la probabilidad de que las niñas y niños en Perú se vean físicamente afectados por eventos climáticos extremos, por lo que es urgente implementar planes de preparación y respuesta que consideren sus necesidades específicas.
Esa es una de las conclusiones que revela la investigación titulada Entrando en el ojo de la tormenta: cómo la crisis climática está impulsando la migración de la niñez.
Asimismo, sostiene que, en Perú, más de 5,6 millones de niñas, niños y adolescentes viven en las zonas costeras bajas y 2,7 millones habitan en regiones montañosas o en comunidades amazónicas.
La presencia de temperaturas y precipitaciones extremas, inundaciones, sequías, derretimiento glacial y aluviones está agravando la escasez de agua y de alimentos, los daños en infraestructura y los riesgos para la salud, como problemas gastrointestinales y respiratorios. Las proyecciones del cambio climático sugieren que esta crisis solo empeorará.
Verónica Valdivieso, directora País de Save the Children Perú, informó que el 30% de toda la población damnificada en desastres ambientales son niños, niñas y adolescentes, de acuerdo con datos de INDECI. Por ello, destacó la importancia de incluir sus voces en la actualización de la Estrategia Nacional contra el Cambio Climático al 2050.
Un niño de 12 años del Callao, entrevistado para la investigación, afirma que “no todos pueden comer bien, no tienen alimentos para tres comidas al día; además, el agua no es muy buena. Muchos niños tienen asma y se resfrían muy a menudo”.
En respuesta a los impactos del cambio climático, miles de familias se verán forzadas a migrar, sobre todo en regiones de la sierra.
“Muchos jóvenes se van por motivos laborales. Como las crecidas de los ríos y las lluvias torrenciales impiden el trabajo en la agricultura, los más jóvenes se van a trabajar a las fábricas y los más mayores a lugares donde la agricultura es vital para su economía”, comentó un adolescente de San Martín entrevistado para el estudio.