Periodistas guerreros en el VRAE

Como parte del I curso de Corresponsales de Guerra organizado por el Comando Conjunto de las FF. AA., veintidós periodistas de los diferentes medios de comunicación de la capital y del interior del país,  se concentraron en la base militar de Pichari, Cusco, desde donde el Comando Militar del VRAE viene desarrollando la ofensiva para acabar con los remanentes senderistas en  las alturas de Viscatán. A continuación una crónica  del enviado especial de INFOREGION, Edgar Taboada.


El estruendoso estallido de una bomba rompe la relativa tranquilidad de la noche. Nos atacan y  no sabemos desde donde. Pueden estar detrás de los frondosos  árboles, entre las malezas  o camuflados en cualquier otra parte. La oscuridad es tan intensa que no nos  permite ver casi nada. La luna se deja extrañar. 


Estamos en la inexpugnable y espesa selva del Valle de los ríos Apurímac y Ene, VRAE, en el distrito Pichari, para ser más exactos.   


Así como yo, otros veintiún periodistas permanecemos tirados en el piso, conteniendo la respiración y tratando de protegernos de las explosiones de las bombas y ráfagas de disparos que son incesantes; mientras que los soldados del Comando Especial del VRAE responden el ataque, Finalmente, los comandos logran derrotar a las huestes senderistas. Nos llevamos el susto de nuestras vidas.


Al retornar al Cuartel 116 de Pichari, recién se puede respirar con seguridad. Por suerte estamos todos y completos. Sin embargo el ataque dejó muchas secuelas: heridas, rasguños,  moretones y un gran susto que no pasa.   


Al final nos enteramos que se trató de un enfrentamiento simulado entre tropas de las Fuerzas Armadas y una columna senderista, nos la hicieron, parecía tan real.


Fue una singular experiencia que vivimos, como parte del I Curso de Corresponsales de Guerra que organizó el Comando Conjunto de las Fuerzas, al mismo que INFOREGION fue invitado a participar junto a otros 20 periodistas de diferentes medios de comunicación de la capital. 


Durante una semana, los corresponsales vivimos en carne propia lo situación que viven día a día los solados que arriesgan sus vidas al enfrentar a los rezagos de Sendero Luminoso, en la ya legendaria zona del Vizcatán, último reducto de las huestes de “Alipio”.  


La importancia de estar preparados para actuar en el VRAE.  


Pero el curso no comenzó en el VRAE. Estuvimos primero en Lima dos días,  recibiendo nociones teóricas para conocer el funcionamiento del comando Conjunto de las FF.AA y como este articula las políticas operacionales del Ejército, La Marina y la Fuerza Aérea, para enfrentar como un solo bloque al enemigo externo o interno. 


El  general Otto Guibovich, Jefe del Estado Mayor Conjunto de las FFAA explicó que como parte de estas políticas se creó el Comando Especial del VRAE, el mismo que desde el 30 de agosto viene ejecutando, en Vizcatán,  el Plan Excelencia 777, con la finalidad de acabar con los remanentes senderistas que operan en la zona, aliados con el narcotráfico.


El punto de quiebre que marcó el curso de los corresponsales llegó el lunes 29 de noviembre. Nos embarcamos en un avión de la FAP, desde el grupo aéreo Nº 8 con destino a Mazamari en Junín y de ahí hicimos trasbordo en un helicóptero directo a la Base Militar de Pichari. 


Al llegar, después de otros cuarenta minutos de viaje, lo primero que observamos fue  un grupo de soldados realizando ejercicios bajo un sol abrasador que superaba los 30 grados centígrados.  


Los debiluchos periodistas


Ese mismo día, después del almuerzo, comenzamos con los exigentes entrenamientos y ejercicios. Definitivamente los hombres de prensa no encajamos en esta vida de rigor. La vida sedentaria, los cigarros fumados y las cervezas sin contar, comienzan a pasarme la factura.  


No hay vuelta atrás, solo seguir adelante, para un comando no existe la palabra rendición y para un comando periodista, tampoco.    


Esa misma noche nos tocó realizar nuestro primer patrullaje, siempre acompañados de los comandos y de nuestro instructor.  


Nos incursionamos en la selva y en ella tuvimos nuestro primer enfrentamiento con los terroristas. Lo descrito al comenzar esta crónica es lo que vivimos en ese momento. 


Era como para dormir a pierna suelta luego de la feroz experiencia, pero en el ejército no se entiende eso. A las cinco de la mañana del día siguiente, ya nos tienen de pie y entonces si pienso  de veras en la palabra desertar. 


Sentí  que mi cuerpo había sido apaleado con una brutalidad tal que los dolores eran por momentos intensos. Divisé entonces moretones y rasguños producto de la incursión  de la noche anterior.  Para colmo, no obligaron a bañarnos en el río como Dios nos envió al mundo y entonces sí que mi pudor de provinciano hizo crisis.


El resto del día prosiguieron los ejercicios, pero mi cuerpo ya no los sentía. Nos animamos mucho cuando realizamos prácticas de tiro con armas de corto y largo alcance, fue una experiencia inolvidable pues hasta entonces sólo había empuñado la pluma como arma.


Nos instruyeron en técnicas de primeros auxilios, evasión y escape ante una emboscada terrorista y finalmente nos dieron instrucciones básicas pero efectivas  para no ser devorados por la agreste selva que nos rodea.


Singular celebración del día del periodista 


Ya todo estaba listo para otra gran prueba.  A las 9 de la noche incursionamos nuevamente en la selva, pero esta vez fue un monte mucho más agreste y distante.  


La intensa oscuridad, la espesura de la selva y claro, nuestra inexperiencia,  nos jugó una mala pasada y caímos en las garras enemigas. Los “senderistas” nos llevaron  a su campamento con las manos atadas y nos sometieron a incesantes interrogatorios que los periodistas no estamos acostumbrados a contestar. 


Ya queríamos acabar con la práctica, regresar a la base, saltarnos la  detención, pero los soldados cumplen sus órdenes hasta el final, no entienden razones pues.  


Después de estar detenidos durante más de cuatro horas en el monte agreste, amarrados  y empapados,  las “fuerzas amigas” nos liberaron pasadas las 12 de la noche.  Ya pues jefe, se acordaron de nosotros.


De pronto comenzó otra ráfaga de disparos, ¿cómo, ya no había terminado el asunto? No, esta vez no se trataba de ningún ataque, era una sorpresa que nos habían preparado los comandos del VRAE por el día del periodista.  


La celebración incluyó una torta y las felicitaciones del caso. Todos los corresponsales agradecimos este gran gesto. 


Sin embargo no celebramos. Al recordar nuestro día, todos nos quedamos de pronto en medio de un silencio sepulcral.  La nostalgia, le llaman.  Para remate, no regresamos a la base esa noche, celebramos nuestro día con un café  frío, en medio de la selva hostil, empapados, cansados y con mucho  frío.


Fue una gran experiencia de aprendizaje y acercamiento entre los miembros de las Fuerzas Armadas y periodistas. En palabras del general Raymundo Flores se trata de mejorar la relación de amor y odio que siempre ha existido entro estos dos sectores.  Es bueno conocerse mutuamente nos da mas calle.