Uno de los rasgos más distintivos de la Amazonía es la abundancia de agua, y en el complejo de humedales del río Pastaza, en Loreto, esto es obvio. Ríos y lagos se extienden a través de bosques inundados y aguajales por más de 3,8 millones de hectáreas, convirtiendo a este complejo, llamado también Abanico del Pastaza, en el sitio Ramsar (humedal de importancia internacional) más grande de toda la Amazonía y en uno de sus ecosistemas acuáticos más productivos, donde WWF trabaja junto a comunidades locales y promueve su conservación.
El humedal como fuente de recursos
Esta región es hogar de los pueblos indígenas achuar, kandozi, quechua, urarinas y cocama – cocamilla que durante siglos han aprovechado responsablemente peces tan valiosos como el paiche, que supera los 3 metros de largo.
Sin embargo, durante las últimas décadas la contaminación por operaciones petroleras mal llevadas, la presión de actividades como la tala y la caza ilegal y la sobreexplotación de la pesca pusieron en serio riesgo a estos humedales.
WWF inició su trabajo en 1999 impulsando la designación del abanico como sitio Ramsar, es decir como humedal de importancia internacional para la conservación, lograda finalmente en 2002.
Poco después enfocó sus esfuerzos en recuperar los ecosistemas acuáticos y mejorar la calidad de vida local a través de la pesca sostenible en áreas como el Lago Rimachi, que es el más grande de la Amazonía peruana (7900 hectáreas) y principal fuente de alimentación para más de 30 comunidades.
Devolviendo la vida al humedal
Como parte de un esfuerzo conjunto con la población se conformó la asociación de pescadores Yungani, el primer paso de un proceso que permitió a los pobladores proteger su lago de los pescadores foráneos, ordenar sus propias actividades de pesca estableciendo tallas, mejores prácticas – como el uso de redes – y temporadas y, finalmente, elaborar el primer plan de manejo pesquero indígena aprobado por el Estado.
Desde entonces, las poblaciones de peces, y otras como las tortugas taricaya, se han recuperado y los pescadores han duplicado sus ganancias por kilo de pescado vendido, fortaleciendo sus vínculos con grandes mercados de la Amazonía peruana como Yurimaguas y Tarapoto y demostrando cómo el manejo sostenible de recursos es la mejor vía para su desarrollo.
Con el apoyo de WWF, las comunidades han hecho valer sus derechos frente a empresas petroleras y han logrado la adopción de mejores prácticas ambientales que no contaminen estos ecosistemas, para lo cual monitorean permanentemente la calidad del agua, consolidando así la protección del mayor complejo de humedales de la Amazonía peruana.
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